Cayó en mis manos un artículo en el que el autor citaba una frase de Mario Benedetti: «Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de repente, cambiaron todas las preguntas». Olvidé el artículo, pero no la frase que hace algún tiempo me vino de nuevo a mi cabeza.

Tenía razón Benedetti. No basta con saber las respuestas a las preguntas que un día nos hicieron, sino que, además, hay que saber responder a las preguntas que cada día nos hacen. Y para ello hay que mantener un contacto constante con las personas en una sociedad que cambia a cada momento impulsada por sus propias inquietudes y necesidades.

En el Partido Popular hemos realizado un esfuerzo permanente por salir a la calle y escuchar la voz de las personas. Pero, posiblemente, de todo ello hasta ahora sólo hemos obtenido esbozos. ¿Cómo conocer, entonces, lo que las personas, lo que cada persona, quiere saber en cada momento?, ¿cómo mantener entonces permanentemente los oídos abiertos a lo que las personas esperan de quienes son sus representantes legítimamente elegidos en las urnas?, ¿cómo demostrar entonces que quienes estamos en las instituciones de control y garantía democrática seguimos de un modo constante lo que la sociedad demanda en cada momento de nosotros?

La respuesta me la dio uno de los sistemas democráticos más tradicionales que conozco, pero cuyo modelo se mantiene absolutamente vigente: el anglosajón, donde existe la figura que nosotros trasladaríamos aquí como «diputados de proximidad». Es decir, aquellos diputados que atienden permanentemente lo que les plantean quienes les han elegido o han participado, aunque fuera con un voto adverso, a su elección.

Y creo que este concepto casa perfectamente con la idea que todos de un modo u otro tenemos acerca de lo que debe ser y qué funciones debe cumplir un político electo: resolver problemas no cómo a él mejor le parece sino del modo que reclaman las personas, que no es otro que la proximidad y desde la colaboración.

No se trata de que el político se convierta en un mero altavoz de la persona, pero sí en el portavoz más ajustado a la realidad que esas personas viven y a la ilusión de cómo quieren vivir. Es decir, que conozca las nuevas preguntas para buscar, estudiar, proponer y, finalmente, dar las nuevas respuestas.

Esto es lo que pretendemos con la Convención del Partido Popular. En las jornadas previas a este gran cónclave provincial, los afiliados (y otros que no lo son) nos han pedido abrir nuestras estructuras a la participación y a la colaboración.

Lo que nosotros haremos será una jornada de toma de decisiones, primero. Y luego, un periodo para adecuar las estructuras a esas decisiones. Vamos a ser más próximos, más cercanos y más participativos. Y daremos las herramientas precisas a quienes tienen que llevar a efecto esas medidas.

En el caso de los diputados proximidad, la herramienta material será un teléfono móvil, pero la herramienta ética, la que de verdad vale, será la de estrechar el compromiso entre gobernantes y gobernados, de modo que ni una sola pregunta quede sin respuesta.

Nace así un nuevo PP de Proximidad, de cercanía. Que pondrá sus velas siguiendo la dirección del viento que mueva la sociedad. Seremos lo que siempre hemos sido pero mejorando el fondo y la forma.

De modo que abrimos a todos las puertas. A los que son del PP y a los que no lo son. A los que nos votaron y a los que no lo hicieron. A los que están animados y a los que han caído en el desánimo. Porque nuestra voluntad es firme y nuestro objetivo es sólo uno #mejorarcontigo y que las siglas PP sean ahora las de #PProximidad.

Y para ello, ya hoy les esperamos en el Aulario II de la Universidad de Alicante, seguros de que ustedes, vosotros, tienen y tenéis algo que decir y nosotros algo que escuchar para ponernos a ello.