Se prolonga el aborto libre y gratuito. Nuestro presidente Rajoy prometió derogar la Ley Aído. Dijo que haría una reforma de esas que se consideran importantes. Por fin el pastel empieza a amasarse y entre meneo y meneo algunos califican la reforma como un peligro a la normalidad. Hablar es muy fácil cuando el horno esta recién encendido, parece que la ansiedad no nos permite esperar a que la masa se cueza y degustar el resultado con tranquilidad.

La receta es muy sencilla: las menores que quieran abortar necesitan de un consentimiento expreso de sus padres. ¿Dónde está la complicación? No podrán interrumpir el embarazo sin informarles. Está muy claro, a ver si al final comerse una magdalena casera no va a ser normal y solo valen las de la Bella Easo.

Si en la anterior Ley Aído las niñas de dieciséis y diecisiete podían abortar libremente, ahora tendrán que rendir cuentas de sus embarazos y voluntades a sus padres. Vamos a ver, no perdamos el norte. Si las menores tienen unos derechos, también tienen unas obligaciones. Si los padres deben velar por su bienestar, deberán estar informados de cualquier cambio de circunstancias que se produzcan en sus vidas, independientemente de que estemos de acuerdo con la práctica del aborto o no. ¿Qué está pasando? ¿Que se vuelve a bendecir el aborto legalmente? ¿Que continuamos con la Ley Aído con una pequeña modificación? Pues mire usted, señor Rajoy, por una vez me parece muy bien lo que está proponiendo. Apruebo que no queden exentas de cumplir con el requisito de consentimiento, ni siquiera las menores que aleguen que en caso de enterarse sus padres supondría un peligro manifiesto, provocación de la violencia, desarraigo o desamparo por miedo a que los papás las planten en la calle. ¿Para qué está el Código Penal o Civil entonces?

Hasta aquí estamos de acuerdo, pero quizás deberíamos reflexionar sobre ello. Parece que todo el mundo se está alarmando. En muchos colectivos ha causado estupor la noticia, pero si nos acogemos a las cifras que nos dan las estadísticas parece que no es para tanto la cosa. Estudios realizados por clínicas acreditadas para la interrupción del embarazo, informan que un noventa por cien de las menores que abortan lo hacen con el consentimiento de los padres. Solo un doce por cien aproximadamente han abortado sin dicho consentimiento. Estos datos no se ajustan a la estricta realidad, porque en muchos casos donde los padres se encontraban en otro país, prisión, etcétera, al no poder firmar se hacía constar como no consentido para dar solución más rápida a la voluntad de la menor.

Estamos hablando de un porcentaje mínimo de menores que interrumpen sus embarazos sin consentimiento de los padres. Entonces, ¿dónde está el problema? Serán pocas las que se verán afectadas por esta nueva ley. Otra cuestión: ¿quién debe decidir en los casos de estas menores? ¿Acaso los padres de estas son los que van a llevar la tutela del nieto si nace para el resto de sus días? Creo que las adolescentes, a diferencia de los chicos de la misma edad, son bastante maduras para tomar decisiones sobre su futuro. El querer interrumpir un embarazo o no, es algo que trascenderá en su vida. Solo ellas son las que llevarán la carga de la mochila o la bendición de Dios como consideran otros. Solo ellas, con los consejos de los padres, deberían de adoptar la decisión final. Por ello, lo ideal sería llegar a un acuerdo en el seno de la familia donde se valoren los pros y los contras. Donde se pondere la balanza y se deje libremente posicionar y los padres den ese consentimiento, teniendo en cuenta la voluntad de la menor embarazada.

Decía antes que se vuelve a bendecir el aborto legalmente según esta nueva ley. Lo que no esperaba es que también lo bendiga el Santo Pontífice. ¡Qué modernidad de era católica! El Papa me ha dejado sin palabras con la carta que ha publicado. En ella autoriza a los curas a absolver a los que hayan cometido el pecado de aborto. Lo curioso es que como todo católico, apostólico y romano debería de saber, antes no se podía abortar y quien hubiera hecho eso quedaba automáticamente excomulgado. ¡Virgen Santa!, lo que se puede llegar a hacer con motivo del año jubilar. Con todos mis respetos al Papa a quien admiro por la modernidad que está implantando. Me considero católica y educada en valores por lo que me chirrían los oídos y me flaquea la vista cuando escucho o leo este argumento en los medios. Si en los dos colegios de monjas de Castellón o Alicante donde estuve de niña les hubiera contado esto a sor María o sor Leticia, se me hubieran desmallado con los hábitos desvanecidos al viento y patas arriba. Lo más parecido a caerse con todo el equipo.

¿Esto es un premio que se da en el año de la remisión de los pecados y las penas? Vamos a ver si lo he entendido: durante los doce meses del año santo de reconciliación, de conversión y de penitencia sacramental quedan absueltos de sus pecados todas aquellas mujeres que hubieran abortado, entonces, cuándo pase el año jubilar ¿volvemos a la excomunión? Dios mío.