IKEA, la multinacional sueca de menaje y mobiliario doméstico, ha explicitado clarísimamente su firme interés por instaurar en la zona de Rabasa (Alicante) uno de sus más potentes centros de distribución y venta de toda España. La culminación de su proyecto supondría asimismo la instalación conexa de otras poderosas firmas locales, nacionales e internacionales, así como la creación de un Parque Científico Empresarial (Innovation Park), con una lógica incidencia en investigación e innovación. En ese proyecto, las tres sinergias descritas (Centro IKEA con Espacio Comercial Abierto, Parque Científico-Empresarial y Parque Metropolitano «Lagunas de Rabasa»), constituyen un todo inseparable, so pena de aniquilar la idea original para tener, obligatoria e inexorablemente, que recomenzarlo absolutamente todo desde el principio. En la práctica, esto supondría arruinar la implantación de IKEA en el municipio de Alicante. Y, muy seguramente, en algún punto de la provincia.

Si alguien quiere frivolizar y banalizar este asunto, lo hará bajo su estricta responsabilidad. Pero nosotros creemos que se trata de un tema muy serio y solvente que tenemos que negociar y viabilizar con unas empresas serias y solventes que tienen la capacidad y las ganas de procurar beneficio, prestigio y empleo a nuestra ciudad y a nuestra provincia, por lo que reclamamos, a todo aquel a quien corresponda, que se sitúe al nivel de las circunstancias y de las grandes ocasiones y que, sobre todo, ni se sume ni colabore en ninguna ceremonia de la confusión ni en la difusión de medias verdades. Malograr por las buenas, por filias o por fobias, un proyecto de esta envergadura resultaría una gravísima irresponsabilidad de la que, en ninguna manera, seremos copartícipes nosotros, como tampoco se la perdonaríamos a nadie.

Por eso, que nadie pretenda engañarnos con la argucia de que a IKEA se le quiere buscar y ofrecer otra parcela o inmueble para instalarse. Eso es una falacia infantiloide. Repetimos: la única realidad es que existe un único proyecto viable que cuenta con tres patas, del que no se pueden desmembrar ni dos ni una. O se acepta el proyecto presentado (con enmiendas o modificaciones producidas por la participación cívica) o el dinero comprometido para la inversión retornará íntegro a su origen, a Suecia, para destinarlo a otros proyectos viables en otros lugares del mundo, (ver página 46 de El País de 11.09.2015: IKEA planea entrar en India tras triunfar en China y Rusia). Y, en su día, no se sabe cuándo ni si procederá, ya hablarán en la multinacional de otros proyectos en España; y, algún día, tal vez proceda hablar de otro proyecto, similar o más pequeñito, para la provincia de Alicante. Descartada, pues, la ocurrencia de buscar otra parcela de 287.000 m2, que hasta estarían dispuestos a regalar otros municipios limítrofes. Resumiendo: que nadie se dedique a incordiar ni a marearnos más la perdiz con filigranas, totalmente imposibles, de «IKEA sí, ATE no» o de alegatos antimacrocentristas, cuando de lo que aquí se trata es de un espacio comercial abierto (a la manera del que ya es realidad en La Zenia de Orihuela). Hoy el único proyecto existente, y por tanto posible es el de IKEA con ATE. Y, si no hay ATE, no hay IKEA. Cualquier otra vía lleva, irremediablemente, a lustros o décadas de otros estudios, otros proyectos y otros futuribles impredecibles. La cuestión es así de clara, y no hay más cera que la que arde.

Y no es que no entendamos los recelos e incertidumbres de futuro por parte de algunos sectores, en cuanto a los seguros impactos de competitividad que habrá de producir un proyecto de semejante alcance. Se trata de los mismos efectos que en menor o semejante medida han producido otros grandes proyectos comerciales en Alicante y en todo el mundo, por lo que será conveniente y necesario que se adopten medidas de apoyo y sostenimiento a las empresas y comercios ya existentes, para que se renueven y adapten a los nuevos tiempos y circunstancias.

Pero blindarse con viejas fórmulas proteccionistas económicas, más propias de sistemas autárquicos, autoritarios y cerrados, es traspasar los límites legales por los que funciona la libre competencia en Europa y en España. Y recurrir a vericuetos medioambientales o de movilidad para bloquear el proyecto y aburrir a los inversores podría suponerle a esta ciudad unos costes de imagen difícilmente cuantificables, pues ningún inversor o empresa se fiará jamás de nosotros en lo que a seguridad jurídica e institucional se refiere.

Con IKEA y los promotores de la ATE (la Actuación Territorial Estratégica que, no lo olvidemos, inició y promocionó la mismísima Generalitat Valenciana) se puede y se debe negociar, modificar, transaccionar€ Pero a ellos no los vamos a engañar. Ni nosotros queremos dejarnos engañar tampoco. Ellos quieren instalarse aquí, dar trabajo y ganar dinero. Nosotros queremos empleo, comercio, innovación, desarrollo, investigación y que nos acepten determinadas enmiendas que nos allanen el camino para iniciar a culminar viejos proyectos, como el Parque Metropolitano «Lagunas de Rabasa», la parcela urbanizada para un tercer hospital, la prolongación de la Vía Parque hasta el PAU 1, una parcela urbanizada para instalaciones estables de la Feria de Navidad y un parking de camiones y caravanas, una parcela urbanizada para que la Generalitat construya la Escuela de Artes Escénicas y una residencia universitaria, así como que ayude a remozar los desatendidos barrios aledaños.

Queremos diálogo, negociación y transparencia. No queremos ni filias, ni fobias, ni ocurrencias. No queremos que, por enésima vez, nos quedemos mirando cómo pasa el tren. Porque creemos que también este tren significa progreso, desarrollo y bienestar para la ciudad y para toda la provincia. Hagamos todos posible que, cuanto antes, IKEA se acomode en el actual erial de Rabasa.