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Dismaland de Banksy

Dismaland es una versión irónica, crítica, de los parques temáticos infantiles, o de los parques temáticos en general, de las construcciones de la ficción en las que buscamos la evasión reafirmando los estereotipos, los ideales sobre los que la sociedad se construye: un modelo de familia, de pureza, de belleza, la identificación del malo. Dismaland es la última obra del famoso artista que se esconde bajo el seudónimo de Banksy. «Un parque temático para anarquistas principiantes», según las propias palabras de su promotor, que ha buscado la colaboración de otros 58 artistas, en unas viejas instalaciones abandonadas hace más de quince años, situadas en Somerset al oeste del Reino Unido. Un complejo de obras en el que intenta ironizar sobre los aspectos de la cultura más banales identificados con el mundo Disney.

De Banksy se desconoce su identidad, se especula sobre su lugar de nacimiento, su físico, edad, el artista busca el anonimato. Se ha hecho un nombre en el mundo del arte por sus obras de arte urbano, realizadas en las grandes ciudades del mundo, que destacan por su crítica y la provocación al sistema, al tiempo que comercializa sus obras en galerías, a precios elevados, algo que se le ha criticado. Se le cuestiona que la ironía no es suficiente para considerar una obra como artística, y su supuesta falta de coherencia: el artista que denuncia el sistema capitalista, pero que comercia con este mismo sistema.

Bansky en sus intervenciones siempre plantea una crítica, pero en ellas la estética juega un papel importante. Con un lenguaje cercano al espectador, el pop, el surrealismo, nos cuenta que puede haber amor entre policías del mismo sexo, tradicionalmente guardianes de la ética puritana inglesa que condenaba la homosexualidad. O cómo un simple globo nos hace volar por encima de nuestras miserias. Para este proyecto, Banksy ha recurrido a la colaboración con otros artistas, que se han plegado a sus ideas. Algo que de alguna manera pervierte el espíritu por el que se concibe el arte como un espacio de libertad personal.

Resulta también curiosa la coincidencia de su apertura con la bienal de Venecia. Haciendo una comparativa, tanto la Bienal de Venecia como el experimento Dismaland son, como proyectos artísticos, algo confusos, aunque algunas de las ideas plasmadas tengan interés. Pero hay cierto volumen de entradas en ambos eventos. Todavía nos sigue importando el espectáculo, sea Disney, sea Banksy, sea Venecia, y todo evento conlleva una dimensión en la que se desarrollan conceptos artísticos.También se puede y se debe ironizar sobre el arte actual como parque temático. Pero esta vez son los propios artistas los que lo han organizado, no una institución o gestores con sus propias concepciones visuales y filosóficas.

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