Hace pocos días la Cuatro daba a conocer unos audios en los que los protagonistas eran conocidas personas imputadas en presuntos casos de corrupción vinculados a la Comunidad Valenciana. Pocos habrán en nuestro entorno que no los hayan escuchado y se hayan pegado unas risas a propósito de las obelixianas pócimas de unos revolcones dignos de un guión de Hollywood, serie B, que nunca se supo si se consumaron, ni menos importa.

Las escuchas telefónicas que han dado lugar a este sainete fueron autorizadas por orden judicial, por lo que no parece que hasta se demuestre lo contrario exista nada contrario a derecho, ergo su contenido forma parte del sumario y el Juez es dueño depositario y vigilante de que el contenido bruto de los autos sea entregado a todas las partes implicadas. El sistema tecnológico utilizado para que todas las escuchas se viertan en un CD, SINTEL, no discrimina las llamadas irrelevantes de aquellas que aportan pruebas a la causa ( antaño sólo se transcribían las que contribuían de modo importante a la instrucción ), por lo que las partes pueden escuchar todas las llamadas, desde las privadas que sólo afectan a la intimidad de las personas, a aquellas otras que pueden servir de prueba para acusación/defensa y en consecuencia resultar útiles.

Dado que entre todas las llamadas había entre los protagonistas unos cientos con cierto contenido económico que podrían ser más desveladoras de que se pudiera enfocar la instrucción en la línea pretendida por la fiscalía, lo lógico es que fueran éstas las que se filtraran a los medios para que su difusión buscara el apoyo cómplice de los que leemos o escuchamos, y enarbolemos el dedo del Cesar para ajusticiar o absolver sin juicio previo. Si el instructor considera relevante este audio, necesidad e intimidad se tornan incompatibles, lo que no me impide pensar que los lodos procedentes de aquellos polvos han afectado de forma negativa tanto la intimidad de los protagonistas como la de sus seres más cercanos, que se han visto expuestos a un bochorno que les obliga a ser invisibles. Esperar que fiscalía abra investigaciones para averiguar la filtración de un sumario que sólo pertenece a las partes no deja de ser una estulticia por mi parte, creo que aún hoy todavía está en instrucción el vídeo de la Infanta Cristina de Mallorca, y escasa/nula fe tengo de que en nuestro caso el bastardo que lo haya puesto en manos de la Cuatro, de forma retribuida o no, pueda algún día conocerse su identidad.

Ya sé que todos los que hablamos por teléfono debemos asumir nuestro incontenible verbo, pero reto hasta las almas más puras a que se miren al espejo y recuerden haber efectuado o recibido algunas llamadas/mensajes que han dejado secuelas obscuras de su personalidad, públicas virtudes, defectos ocultos, simples rastros de lo que realmente somos y deseamos mantener en privado, eso sí, que nunca serían públicas si no existiere una orden judicial y un delincuente que las divulgue y abochorne a la Justicia y a los que las escuchan porque no son ellos los pillados.

Particularmente pienso que estos audios nunca tendrían que haberse dado a conocer, máxime cuando hay 60 megas de audios recopilados a lo largo de cuatro años y que en la Instrucción darán el juego que corresponda, pero a pesar de que todos somos responsables de nuestros actos, no hacía falta hacer tanto daño, han contribuido al desprestigio a una imagen, pero más aún a su entorno familiar, culpa suya, pero la bragueta no debe ser un tema que merezca titulares, ni siquiera el puro de Lewinsky.

Buena parte de la gente que ha escuchado los audios lo ha focalizado en lo picante, y otros tantos seguro que intuyen que uno de los partenaires sólo hacía su trabajo, conseguir crédito y oportunidades de negocio, y que el otro, ex Director General de la otrora Caja por excelencia de la Comunidad, es directamente responsable de la aprobación en Consejo de operaciones financieras en contra de los criterios técnicos que desaconsejaban su aprobación. El epitafio es claro, BANCAJA no murió de forma natural, fue asesinada, pero la pena aún no la pagado ninguno de los causantes responsables del dolo, pero eso sí, la hemos pagado por adelantado todos los españoles, los desahuciados, los parados, la Sanidad, la Educación, la Dependencia, las ayudas sociales, en fin la casi destrucción del estado de bienestar, sin dejar de olvidar que el Estado aportó ayudas públicas a la Banca por importes superiores a los 60.000 millones de euros desde el año 2009, de los cuales en Bankia 22.424 millones.