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Francisco Esquivel

Los modelos

Están ya goteando las cifras ocupacionales del asueto de agosto y nuestros destinos se han salido. Benidorm ha alcanzado el 94 por ciento, con lo que retoma los registros obtenidos en 2007, por lo que, como caiga Mariano en el dato, se hace un selfie en meyba.

Dénia, por su parte, ha alcanzado el 92 por ciento en hoteles y alquileres turísticos y así sucesivamente. A los especialistas en denostar el sol y playa se les habrá quedado mal cuerpo. Haberlos haylos incluso entre gestores descollantes de la Comunitat que no pueden evitar que se les note un tonito de desdén hacia el modelo en cuestión. Ellos sabrán. En algunos casos preferirían un turismo de otro standing como el que emana del «Eclipse», el segundo yate más grande del mundo, propiedad del magnate ruso Roman Abramovich, que un par de semanas atrás atracó en el puerto de Castellón sin el dueño del Chelsea a bordo. Pero un desembarco así también tiene sus pegas. De entrada, al Puerto le entró el tembleque porque por sus dimensiones tenía dudas sobre dónde ubicarlo. El bicho mide 164 metros de eslora y le costó al ínclito cerca de 300 millones de euros. Dispone de nueve plantas, piscinas, spa y 24 camarotes para invitados. Goza de un sistema antipaparazzi consistente en unos láser infrarrojos capaces de alterar la capacidad de las cámaras digitales cuando son detectadas. Y además cuenta con un pequeño submarino, ventanas cubiertas de cristales antibalas y un escudo antimisiles. Por mucho juego que den sus travesías, está claro que Enrique Ortiz juega en otra liga.

En cuanto al turisteo, es posible que esa avalancha ansiosa de olvidarse de una dura temporada cree cierto desasosiego. En cambio, la presencia de semejantes yates pone a todo el mundo en primer tiempo de saludo y parece que no genera inquietud alguna. Ni aunque venga Mou.

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