Cuando analizamos la magnitud de las aportaciones de algunos seres humanos a sus semejantes no es difícil maravillarse con sus logros. Vicente Ferrer y su trabajo de cooperación en India, Stephen Hawking y sus hallazgos en el campo de la astrofísica, o John Lennon y su impacto musical.

Todas estas personalidades, además de su evidente talento, tienen una característica en común: se consagraron a un bien mayor que ellos mismos. Dedicaron toda su energía a lograr sus objetivos. Como diría el psicólogo estadounidense Abraham Maslow, alcanzaron la sublimación.

Y ello sólo puede lograrse cuando enfocamos nuestra energía y nuestra atención en una misma dirección, generando sinergia. La sinergia se entiende como el efecto extra que producen varias fuerzas por el sencillo hecho de que su acción se realice de forma conjunta o solapada. Un efecto mayor, sin duda, del que ninguna de esas fuerzas hubiera podido generar en caso de aplicarse aisladamente.

Este concepto ya se ha empleado en sociología para analizar las relaciones dinámicas entre los grupos o los individuos. Pero desde la psicología, podemos analizarlo de forma intraindividual, es decir, refiriéndonos a las fuerzas que operan dentro de un individuo.

Efectivamente es muy frecuente que las personas distraigamos nuestra atención en multitud de tareas, y que muchas de ellas tengan objetivos distintos, a veces hasta opuestos. Podemos, por ejemplo, dedicar parte de nuestros recursos económicos a decorar a nuestro gusto nuestra vivienda, mientras tratamos, por otra parte, de venderla. Podemos tratar de construir una preciosa relación de pareja dedicándonos a ello con decisión, mientras nos preparamos estratégicamente para afrontar la soledad. O sencillamente podemos dedicarnos a un sinfín de tareas con tal de ocupar nuestro tiempo y no afrontar así el hecho de que ninguna de ellas nos satisface.

Imaginemos dos camiones enormes, con gran potencia en su motor, dispuestos uno frente al otro, que se obstinan en desplazarse hacia adelante. Pese al gasto de energía, lo más probable es que no vayan muy lejos.

En cambio, cuando nuestras energías, nuestra atención, la mayoría de nuestros objetivos se encauzan en un mismo sentido, podemos alcanzar logros que nos parecían inaccesibles. Si nuestras actividades laborales están muy cerca de nuestros hobbies, y encontramos el modo de que la gran mayoría de nuestras acciones alimenten ese mismo fin, es probable que lleguemos a la meta. Como dicen, «el mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe a dónde va».