Ni el peor guionista de una película de serie B, por mucha hambre que esté pasando, aceptaría el encargo de redactar unas líneas para explicar la decisión que han tomado el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, la vicepresidenta, Mónica Oltra, y el líder de Podemos Antonio Montiel, para reabrir Canal 9 el próximo 9 de Octubre. Sencillamente es imposible hacer creer a los telespectadores que tres destacados políticos de nuestra Comunidad han decidido poner en el aire un refrito de series y dibujos animados y que con ello - ¡atención! - quieren cumplir una promesa electoral y resaltar su compromiso con las señas de identidad de esta tierra en día tan señalado como es el de la celebración de nuestra autonomía. Y si encima les digo que se reunieron durante cuatro horas para parir esta propuesta, comprenderán que todavía tenga la boca abierta y no haya sido capaz de cerrarla. Pero vamos a ver, ¿qué prisa hay en reabrir ese agujero negro presupuestario en el que se convirtió la radiotelevisión autonómica antes de tener que cerrarla por no poder mantenerla? ¿No sería más lógico tomarse el tiempo necesario para ver qué RTVV queremos y nos podemos permitir? Abrir por abrir, sin claros objetivos, sin determinar el papel que debe jugar una televisión pública autonómica en la sociedad valenciana, sólo puede interpretarse como una burda forma de querer darnos a los ciudadanos gato por liebre, engañándonos con el falso cumplimiento de un compromiso electoral. La decisión, además de decir muy poco de los nuevos inquilinos de la Generalitat y de la consideración que nos deben a los ciudadanos de la Comunidad Valenciana, es, además, la mejor forma de repetir errores del pasado que todos, trabajadores de ese ente incluidos, sabemos a qué han conducido. Pero ya saben que somos los únicos animales que tropezamos dos veces con la misma piedra.
