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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

El embrollo de Canal 9

De entre los muchos asuntos acongojantes en esta Comunitat el de Canal 9 no es menor. Trae cola 26 años después de puesta en marcha. Y la seguirá trayendo, resucite o no de sus cenizas. Llama la atención, en cualquiera de los casos, que su reapertura, o el retraso de la misma, estén condicionado por sus trabajadores. Los ex.

Intentemos analizarlo como lo que es, como un medio de comunicación y como un servicio público. Y comprendamos la paradoja de la situación. Imaginemos que la apertura, reapertura de un colegio, de un instituto, de un hospital, de un centro de salud, de un centro de atención de día, no dependiera de las necesidades y las demandas de la población. Imaginemos por un momento que la apertura o el cierre de puertas de cualquiera de estos servicios estuviesen al albur de los trabajadores, de los ex. Imaginemos que el gobierno estuviese atado de manos y pies a la hora de decidir lo más conveniente para la ciudadanía. Naturalmente que al final todo es cuestión de dinero. Pero es que hablamos de muchísimo dinero. Reabra o siga cerrada. Ese es el drama.

Por más que analicemos, la situación no deja de ser kafkiana. Señalan algunos el pecado original en el cierre unilateral de la empresa pública a cargo de Alberto Fabra de la que en noviembre se cumplirán dos años. Creo que hay que lanzar una mirada más panorama y retroceder algo más en el tiempo, bastante más en el tiempo, para hallar con honestidad el pecado o pecados originales que han concluido en esta situación rocambolesca.

A todo esto, muchos de los rostros visibles de la televisión clausurada hace dos otoños se asoman a las pantallas de los hogares de la Comunitat en una cadena privada con nombre de mar, en la que informan, como antaño, en la lengua autóctona, sobre esos asuntos que apasionan a los televidentes, léase L´Oratge o la actualidad festera.

Y a todo esto, mientras los ex, sindicatos mediante, condicionan el calendario de la reapertura de esa empresa pública: que si el 9 de octubre con programación enlatada y luego vuelta al cierre, que si en 2017 para volver a iniciar el proceso en una especie de borrón y cuenta nueva. Da la impresión de que nadie ha preguntado a los usuarios qué opinan acerca de esta reapertura.

Porque podrán replicarme durante más de un año en el espacio de cartas al director, sin repetir nombre, hasta el susodicho 2017. Pero hasta en ese futurible no serían más de 400 nombres disconformes con mi postura. Poco más de 400 nombres activos a favor de la tan anunciada reapertura. Y no todos de nuestra provincia. Hágase un sondeo entre los dos millones de alicantinos, pregúntese sin miedo en las comarcas, en los pueblos, en las asociaciones ciudadanas, en los mercados. Pregunten también en los estadios de fútbol y no teman preguntar en todos los estamentos de la ciudad de Alicante. Creo que más de uno se llevaría una sorpresa con la respuesta, o la falta de ella.

Cualquiera diría que soy yo el que estoy en contra de la televisión y la radio autonómica. Pero precisamente por mi fidelidad hacia los medios públicos, y porque seguí desde la primera fila todo lo acontecido de 1988 a esta parte, no puedo comulgar con ruedas de molino. El embrollo no acabará el día de la reapertura. Puede que el 9 de octubre podamos ver el acto institucional en directo. Pero a partir del 10 de octubre las audiencias apenas quedarán por debajo del 1%. Con programación enlatada o sin enlatar.

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