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Desde mi cabina

Javier Prats

San Ildefonso

Debe ser difícil el día a día en el Ayuntamiento de Elche. El experimento del tripartito, como sucede en el gobierno municipal de Alicante, obliga a un tira y afloja continuo entre los componentes de PSOE, Compromís e Ilicitanos por Elche, que no acaban de sincronizar sus relojes aunque intentar, lo intentan. Si la convivencia en pareja suele ser complicada -las estadísticas nos dicen que hay un alto índice de divorcios, sobre todo cuando acaban las vacaciones de verano- imagínense si en la faena entra un actor al que se suponía secundario pero que de la noche a la mañana se ha convertido en decisivo para que los otros dos sigan juntos. Y el tercero, bueno, la tercera en discordia, ni es cura, ni monja ni nada tiene que ver con un consejero matrimonial. Todo lo contrario, más bien es para los otros dos socios de gobierno como una mosca cojonera que quiere el protagonismo que le ha dado el propio pacto de gobierno alcanzado con PSOE y Compromís. Es decir, está en su derecho. El problema o la virtud, como Cristina Martínez publicitaba ayer en su Facebook, es que: «No le debemos nada a nadie!!... Por y para Elche!!!....». Ese es el «riesgo» para sus compañeros de viaje: no tener hipotecas.

La convivencia siempre es complicada. Pese a que Carlos González ha vivido mil batallas y se las ha tenido que ver con su propio partido, -donde hay elementos muy singulares, por no emplear un término despectivo-, su papeleta es complicada. Y lo es porque gobernar Elche debe ser un quebradero de cabeza cuando tienes que buscar un equilibrio entre diferentes formas de ver la política y la gestión municipal que son diametralmente opuestas a tu criterio. Una buena fórmula de González para mantener la armonía en el Ayuntamiento ha sido dotar de asesores a todos los partidos políticos, pero claro, si uno de los grupos que te apoya y con el que gobiernas es contrario a la medida, pues ya tenemos el lío. Encima si Compromís, cuya ideología está más próxima a los socialistas que a Ilicitanos por Elche, apuesta por derribar el hotel de Arenales y desde el PSOE se quiere la rehabilitación inmediata, vuelven a surgir roces que ahora no tienen importancia, pero que se deben abordar para no deteriorar la relación antes de lo pactado. Y luego, las ocurrencias. Mireia Mollà quiere restar autoridades políticas en la tribunas de Fiestas y del Misteri. Populismo puro y duro. Podría invitar a los niños de San Ildefonso a La Festa para que comprueben lo bien que lo hace la Escolanía del Misteri d'Elx. El casino está abierto, ¿quién da más?

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