Está siendo un verano de lo más caluroso no sólo en lo climatológico sino en el ambiente prelectoral que prepara las elecciones del próximo invierno. Es un momento donde las estrategias electorales de los partidos se manifiestan y se ponen sobre la mesa. Sabemos que desde el cónclave monclovita, hace tiempo se trabaja en un discurso que se está convirtiendo ya en leitmotiv electoral, el discurso del miedo, «In fear we trust», basado en el miedo a la fuerza Podemos y a otras a las que califican de extrema izquierda. Se trata en realidad de un giro cambiado, después de que la estrategia inicial de Moncloa y del gurú Arriola, desvelada con mucha precisión por Alfonso Guerra en la revista Tiempo a principios de este mismo año (Véase al artículo Conversaciones de interiores, mes de febrero). Esta consistía básicamente en dividir el voto del espectro de centro-izquierda del PSOE, utilizando para ello la propaganda tertuliana de diversas cadenas. Sin embargo, se produjo una subida de pistón que dio demasiada presencia en las encuestas y luego poder institucional a Podemos y que hizo provocar en un giro en la estrategia del PP.

El veterano político socialista, experto en estrategias electorales advertía hace unos meses a quien le quisiera escuchar (en este caso leer): «Según personajes importantes del PP, la estrategia de Pedro Arriola para mantener la primacía electoral del partido pasa por provocar la división de la izquierda apoyando la anunciada transformación en grupo político de las asambleas de protesta del 15-M, es decir, ayudando a Podemos». Así explicaba Guerra la estrategia de Arriola: «Bastaba con hablar con dos operadoras de televisión y un periódico digital (siguen contando los dirigentes del PP) para garantizar la presencia permanente (diaria, sugirieron desde el partido). Esto explica el vasallaje de esos medios a algunos dirigentes de Podemos. Hasta que la criatura comenzó a caminar sola y a lograr en los sondeos una posición preeminente». La subida electoral de Podemos hizo asustar a los dirigentes del PP, pero ya era tarde, pero ya era tarde, así que lo que convenía era un cambio de estrategia, más después de los resultados del 25M. La estrategia del miedo, ante «la banda del Coletas», que ellos mismos habían contribuido a aupar.

No es casual que esta semana, José Manuel García-Margallo aseguró que un pacto PSOE-Podemos sería «una catástrofe de dimensiones bíblicas para este país». El miércoles, Rajoy aseguró no tener «ni la más mínima duda» de que el PSOE se aliaría con «partidos nacionalistas o de extrema izquierda». También los jóvenes vicesecretarios del PP recitaron el argumentario... Pablo Casado aseguró que la alternativa al PP es la de «Podemos bolivariana con los socialistas y nacionalistas excluyentes». Andrea Levy: «A mí me preocupa que haya una alianza entre el PSOE y Podemos que lo que haga es traernos la democracia de Venezuela».

La nueva estrategia ante las elecciones de fin de año del partido gobernante está clara, después de unos resultados electorales que no podemos ocultar como muy malos y de una legislatura que no ha supuesto un avance en la tan cacareada recuperación económico que no llega a ser visible en los bolsillos de los ciudadanos, confiamos en el miedo del elector. Así pues que se trata de movilizar a sus propias bases, intentar contrarrestar al PSOE en el espacio electoral del centro y mantener la crítica a Podemos pero sin vigorizarlo. Pero puede que la estrategia llegue algo tarde, pues como ha dicho mi brillante tocayo y colega historiador César Luena, «en el PP por la mañana hacen el discurso del miedo, pero por la tarde hacen las maletas». Atentos.