Algunos proyectos y actuaciones, no suficientemente analizados por las autoridades antes de ser autorizados, pueden afectar profundamente la calidad de vida de un lugar por cuestiones diversas como pudiera ser una contaminación acústica no prevista. La cultura consumista, que da prioridad al corto plazo y a intereses económicos, puede alentar trámites demasiado rápidos o consentir el falseamiento u ocultamiento de información en las solicitudes de aperturas u ocupación de suelo público. En Alicante abundan los casos de esta naturaleza que afectan gravemente al descanso de los ciudadanos: actividades nocturnas con amplios horarios y ocupación de espacios públicos -centro de la ciudad, Playa de San Juan y la atormentadora, nocturna y decibélica macrodiscoteca Marmarela-.

Para que podamos hablar de un auténtico desarrollo de la ciudad habrá que asegurar una mejora integral en la calidad de vida, y esto implica cuidar el espacio donde transcurre la existencia de las personas. Cuando un ambiente es desordenado, caótico o cargado de contaminación acústica, como el que se vive en espacios de Alicante antes citados, se imposibilita la reconciliación y el disfrute de la vida integrada y feliz.

En toda actividad comercial o industrial deben analizarse los posibles efectos en la salud de las personas antes que en la economía local o privada. En las mesas de análisis y discusión de nuestros políticos deben tener lugar privilegiado los habitantes locales cuyos derechos trascienden el interés económico inmediato. Son necesarias sinceridad y verdad en las discusiones políticas que no deben limitarse a considerar si las actividades que afectan al medio ambiente e interés común están permitidas o no por la legislación o autorizaciones administrativas.

En la carta encíclica Laudato si del Papa Francisco, que trata del cuidado de nuestra casa común, se dice: «La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo». Y añade: «Hace falta cuidar los lugares comunes, los marcos visuales y los hitos urbanos que acrecientan nuestro sentido de pertenencia, nuestra sensación de arraigo, nuestro sentimiento de «estar en casa" dentro de la ciudad que nos contiene y nos une».

Actualmente es intenso el debate sobre los veladores y el derecho al descanso de los vecinos donde aquellos se encuentran, pero hay menor atención a cuanto viene aconteciendo con Marmarela pese a las abundantes quejas publicadas en INFORMACIÓN sobre la discoteca del Puerto que parecen caer en saco roto; ninguna autoridad ha impedido que Marmarela atormente con elevados decibelios noche tras noche, hasta que sale el sol, a los vecinos del frente litoral frente al Puerto. Esta situación es inimaginable en otras ciudades que defienden la vida ciudadana y el turismo. Los titulares de la prensa han denunciado el abuso de una empresa que vulnera principios elementales de respeto a la norma y al bien común, aquel que presupone respeto a las personas. Sobre esta macrodiscoteca resumo datos: a finales del 2013 se crea con 3.100 euros de capital, una sociedad denominada Puerta del Mar y Ocio SL, cuya finalidad decía ser «servicios recreativos y actividades deportivas». En 2014 se publicó que un grupo inversor había acudido a la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal denunciando al señor Ripoll, expresidente del PP provincial por un posible delito de blanqueo de capitales y favores económicos aludiendo a «una clara vinculación de los socios de Puerta del Mar y Ocio SL con la Autoridad Portuaria». El señor Ripoll desmintió aquella vinculación. Se publicó que el Consell certificó la «compatibilidad» de esta actividad con los usos establecidos de la zona como «dársena pesquera» o «muelle de visitante» y que la Generalitat Valenciana dio el visto bueno a la sala de fiestas en el Puerto alicantino, ¡sorprendente!; por el Ayuntamiento de Alicante se decretó la suspensión de la actividad de la macrodiscoteca en el muelle 14 y la concejal de Urbanismo Marta García-Romeu dio noticia de múltiples deficiencias detectadas por los técnicos municipales; posteriormente por la Autoridad Portuaria se denegó concesión administrativa para la ocupación solicitada para diez o quince años de superficies en el tinglado 14-1 y en la explanada del muelle 14 del Puerto destinadas a «un complejo multifuncional lúdico», y el último eslabón de esta oscura cadena es que este mismo mes la Policía Municipal levantó acta tras detectar numerosas irregularidades en Marmarela que acumula informes negativos por parte de los técnicos municipales. Alicante sufre numerosas agresiones estéticas y medioambientales y es hora de impedir cuantas sea posible; la más reciente la violación del reposo nocturno de los ciudadanos.

Se ha escrito mucho sobre esta macrodiscoteca que tanto daño hace a los ciudadanos que habitan todo el frente de viviendas paralelo al Puerto desde la plaza de Galicia hasta la Casa Carbonell con su intensa, persistente y rotunda percusión, mal llamada música.

Al margen del incumpliendo que pudiera haber sobre la superficie ocupada o cualquier otro, el mayor daño que afecta a los vecinos de este frente litoral es el elevado volumen de la música que impide el descanso nocturno «hasta que empieza a salir el sol» como proclaman en sus mensajes. El gran problema del sonido cuando es comprobado por la Policía Municipal en las visitas que realiza lo zanjan bajando el volumen durante unos minutos para recuperar mayor potencia seguidamente.

Ante las actuaciones abusivas o irresponsables como estas son funciones inaplazables de las autoridades, en orden al bien común, planificar, coordinar, vigilar y sancionar, y siendo cierto que el temor a perder votos condiciona las decisiones políticas deben estar tranquilos los gobernantes municipales alicantinos porque en esta ocasión, prohibiendo abusos como los citados, se inclinarían por lo justo y por lo que es su fin principal, el bien de los ciudadanos, lo que será valorado y premiado en las urnas.