El tripartito de Alicante ha cerrado el grifo del dinero público para el concurso de acreedores del Lucentum, un club de baloncesto controlado por el Ayuntamiento, hundido en la ruina y abocado a su liquidación tras la pésima gestión de sus dirigentes. Bien por el tripartito. Nunca es tarde para que los poderes públicos saquen sus zarpas del deporte profesional y dejen de hacer demagogia partidista con los recursos de todos. Son muchos los casos de grosero intervencionismo de recientes gobiernos del PP en clubes profesionales del deporte. Como también son nefastos sus resultados en la gran mayoría de estas operaciones encubiertas de toma del control de esas sociedades. En los tiempos no muy lejanos de la burbuja, la barra libre en los despachos y la borrachera de poder popular, el Consell decidió avalar al Valencia, Hércules y Elche con 80, 18 y 14 millones de euros para sus respectivas ampliaciones de capital. A la espera de que la Generalitat pueda recuperar algún día esos 112 millones para fomentar de verdad el deporte, el equipo de Mestalla está en manos de un empresario de Singapur con el nuevo estadio paralizado, el del Rico Pérez sigue en Segunda B y el del Martínez Valero se ha salvado de milagro de la desaparición. El mismo desastre se ha vivido con el balonmano y la extinción del Mar Alicante, otro equipo tutelado por el Ayuntamiento con presupuestos disparatados; en tanto que el Benacantil de atletismo ya sólo compite en veteranos por la falta de ayudas y el desinterés general. A todo esto, instalaciones para el deporte base como las del campo municipal de Villafranqueza se caen a pedazos y tienen que ser cerradas por peligrosidad para los usuarios. Al anterior concejal de Deportes, el ubicuo Mariano Postigo, le molestaba que cuestionáramos la Orden al Mérito Deportivo concedida al Ayuntamiento. De su sucesora aún no se sabe nada. Paciencia.
