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Hay que dar ejemplo

Cuando se vive en una situación de emergencia -hay un 25% de población de la provincia en riesgo de exclusión social- parece llamativo que los diputados provinciales, y más concretamente su presidente, César Sánchez, alcancen sueldos desorbitados (90.000 euros anuales). Si atravesáramos una situación de progreso, si la tasa de paro no superara las dos cifras o si estuviéramos en un proceso de recuperación económica donde la riqueza se repartiera equitativamente entre todos (menos «minijobs» y más trabajo digno), estas cifras serían perdonables. Es verdad, en justicia con el alcalde de Calp, que su antecesora, Luisa Pastor, ganaba lo mismo y no se hizo nada para remediar esta «distorsión» administrativa. Ahora se supone que estamos en pleno proceso de regeneración política y no hay que pasar ciertos límites en este periodo donde existe tanta precariedad. Nadie habla aquí de que un político no deba estar bien pagado, todo lo contrario, pero una persona que gobierna una institución como una Diputación no puede ganar más que el presidente de su Comunidad, en este caso más que Ximo Puig. Además, desde hace años hay un debate abierto entre la necesidad de transformar o suprimir esta clase de instituciones. Igual pasa con el propio Senado aunque nunca se ha abierto el melón permitiendo el inmovilismo perpetuado en estas fábricas de «políticos agradecidos» donde, sobre todo, reina el clientelismo. Mientras una parte del pueblo llano vive en la más absoluta pobreza otros, los que deben dar ejemplo, no pueden sobrepasar ciertos límites por una cuestión de moralidad. Me dirán que todo va mejor, que el paro baja. Sí, es verdad, pero si analizan los datos del mercado de trabajo verán que el empleo precario se ha disparado y que la reforma laboral sólo ha servido para aumentar la contratación a tiempo parcial y para reducir las indemnizaciones por despido. Muy poco bagaje.

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