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Gerardo Muñoz

Momentos de Alicante

Gerardo Muñoz

El temerario apaleado

Nunca se había considerado un aristarco y mucho menos un zoilo, modelos ambos de la criticidad artística clásica (excesivamente severo el primero; presumido y maligno censurador de Homero, Platón e Isócrates el segundo), pero estaba orgulloso de la fina burla encubierta con que, según creía, acompañaba elegante y astutamente sus críticas?, hasta aquella terrible noche en que fue al Teatro Nuevo.

El Teatro Nuevo

Unos meses antes, en octubre de 1907, en el local situado en la calle Jorge Juan donde anteriormente se hallaba el Salón Recreo Alicantino, se había inaugurado el Teatro Nuevo, propiedad de Alfredo Sola y dirigido por Bernardino Gomis. A pesar del informe negativo del arquitecto de la Diputación Provincial, Sánchez Sedeño, el nuevo teatro abrió sus puertas gracias a un telegrama que se recibió desde el Gobierno de Madrid, en el que se autorizaba su apertura con la condición de que se introdujeran mejoras, como la instalación de mangueras de incendio y un telón metálico. Pero tres meses después de su apertura seguía sin contar con tales mejoras, lo que provocó las protestas del periódico El Graduador (14-1-1908). Protestas que arreciaron en la prensa alicantina tras la aprobación, el 15 de febrero de 1908, del Real Decreto en el que se ampliaban las medidas de seguridad obligatorias en los locales de espectáculos.

La programación del Teatro Nuevo consistía en variedades y cinematógrafo, con precios económicos (10 céntimos la localidad preferente y 5 la general), en sesiones que duraban diariamente desde las seis de la tarde hasta las doce de la noche. Los billetes para la entrada podían adquirirse en la taquilla del local o en un quiosco de prensa que había en la plaza de la Constitución.

El 9 de mayo de este año de 1908 comenzó a exhibirse «la grandiosa película quirúrgica, tomada de las operaciones practicadas por el célebre doctor Doyen, sobre cuerpos vivos. En cuantos teatros se ha presentado esta emocionante película ha sido de gran aceptación y seguramente desfilará por este teatro todo Alicante», tal y como anunció Diario de Alicante ese mismo día. Pero el espectáculo ofrecido en el Teatro Nuevo que más interés despertó en El Temerario fue la presentación el 19 de mayo de la compañía teatral de Patricio León.

Las críticas

Aquella noche, El Temerario fue al Teatro Nuevo para presenciar la interpretación que los actores dirigidos por Patricio León hicieron de «Sangre moza», «El barquillero», «La fiesta de San Antón» y «La alegre trompetería». En la crítica que firmó al día siguiente en su periódico, El Temerario reconoció que el público salió «satisfechísimo» del Teatro Nuevo, a pesar de tratarse de un local «escuálido». «Pero ¿á quién diablo se le ha ocurrido señores míos, meterse en ese cuchitril?», se lamentó el crítico, por haber en la ciudad otros locales mucho más grandes y dignos, como el Teatro Principal.

La noche siguiente, El Temerario volvió a ir al Teatro Nuevo porque Patricio León y sus actores representaban en dicho local «El puñao de rosas», «El recluta», «La fea del ole» y «Campeone». En la crítica que redactó posteriormente y que salió publicada en Diario de Alicante al día siguiente, 21 de mayo, El Temerario afirmaba que el estreno que ofrecía cada noche la compañía de Patricio León era «aceptable en sumo grado», a pesar de realizarla en un «barracón».

La paliza

Mariano Altolaguirre, El Temerario, fue también la noche del 21 de mayo al Teatro Nuevo, pero no pudo escribir la crítica de aquella función porque, al salir, Germán Gil y José Gomis se le acercaron para pedirle que suavizara sus juicios acerca del local. Altolaguirre conocía a ambos: el primero era el anterior inquilino del teatro y el segundo era el taquillero y sobrino del actual inquilino. Como le hablaban con respeto, se dejó llevar por las calles adyacentes y oscuras hasta la plaza de las Monjas. Una vez allí el tono de aquellos dos hombres cambió bruscamente. Convencidos de que el periodista no estaba dispuesto a cesar en sus críticas por la situación tan precaria y peligrosa en que se hallaba el Teatro Nuevo, empezaron por amenazarle y terminaron golpeándole en la cabeza con sus bastones.

Los agresores huyeron corriendo de la plaza en cuanto vieron llegar al guardia Buades, dejando en el suelo y malherido a El Temerario, quien fue llevado de inmediato a la Casa de Socorro, donde le diagnosticaron y curaron varias heridas: «una contusa en la región temporal del lado derecho; otra de la misma índole en el lóbulo de la oreja del mismo lado; contusión con trombus en la región masetérica (sic) también del lado derecho y distintas erosiones».

Los culpables

Mientras el agredido era atendido en la Casa de Socorro, el director de su periódico, Emilio Costa Tomás, acudió a la Inspección Municipal, donde se entrevistó con el jefe Barrios y el cabo Santamaría. Le mostraron el bastón de hierro usado por Germán Gil para golpear al crítico. Le habían detenido porque el guardia Buades le había reconocido como uno de los agresores, pero acababan de ponerle en libertad.

Emilio Costa publicó un artículo al día siguiente en el periódico que dirigía, en el que daba noticia de lo sucedido con Marianillo (así llamaba a su compañero herido), anunciaba la presentación de una denuncia ante el Juzgado y hacía responsable del ataque al propietario del Teatro Nuevo, el cual calificó de «barracón» y «pocilga».

Ese mismo día 22 de mayo el gobernador civil ordenó una inspección urgente del Teatro Nuevo al arquitecto Sánchez Sedeño, y la prensa alicantina comenzó una campaña de protestas por lo sucedido con El Temerario que duró varios días.

Tratando de contrarrestar aquella campaña periodística, Germán Gil y José Gomis repartieron por las calles alicantinas, durante varios días y por separado, cuartillas en las que minimizaban y aun justificaban la agresión que cometieron contra El Temerario, presentándose el primero de ellos como propietario del Teatro Nuevo.

Al mismo tiempo, en una carta publicada por Diario de Alicante el 23 de mayo, Alfredo Sola protestaba porque se le responsabilizara del «atropello al Temerario». Aseguraba que era el único propietario del Teatro Nuevo, pero que nada tenía que ver con el ataque sufrido por el crítico. «El señor Gil en su día fue mi inquilino, pero desde el año pasado cedió estos derechos de inquilinato á D. Bernardino Gomis é Iborra, por que para ello estaba autorizado por mí», aclaraba.

El gobernador civil permitió la apertura del Teatro Nuevo la noche del 24 para no perjudicar «a los artistas más humildes» de la compañía de Patricio León, pero al día siguiente lo clausuró «en virtud del dictamen emitido por el arquitecto provincial Sr. Sánchez Sedeño». No volvería a abrir sus puertas hasta que, al cabo de varios meses, el local quedó adecuado a la normativa de seguridad vigente.

Agradecimiento y coplilla

Durante su convalecencia, Altolaguirre fue visitado en su casa por varios médicos, sobre todo por Pascual Pérez, así como por numerosos familiares, amigos y compañeros. Durante las primeras semanas hubo de llevar llamativos apósitos en la cabeza y sufrió intermitentes mareos, pero su recuperación, aunque lenta, fue progresiva.

El día 25, víspera de su partida hacia Orihuela, Patricio León y los principales actores de su compañía (Paco Tomás, Julita Campos, la señora Figuerola?) visitaron a Altolaguirre para desearle una rápida mejoría y despedirse de él. Fue una visita breve pero amena, que el periodista agradeció repetidamente.

Según iba recuperándose de las heridas, Altolaguirre fue sintiéndose paulatinamente más satisfecho con las numerosas muestras de solidaridad y cariño que recibía. Su agradecimiento lo hizo público a través del artículo que apareció en Diario de Alicante el 30 de mayo.

Pero las críticas de El Temerario jamás volvieron a ser tan sarcásticas como antes. Y es que, según decía el estribillo de una cancioncilla que se hizo muy popular por aquellas fechas en las tabernas y garitos alicantinos: «Diuen que al Temerari han apallissat / per dir que el Teatre Nou és un barracó / i que ara està a casa molt marejat, / penedit de ser tan socarró».

www.gerardomunoz.com

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