En los últimos años vivimos la llegada de pateras al Levante español y particularmente a las costas alicantinas como si de unos visitantes más se trataran, especialmente durante los meses de verano, sin comprender bien las razones de estos desembarcos, sin acabar de entender por qué estos inmigrantes han elegido nuestras costas como lugar de llegada. Al mismo tiempo, la crisis migratoria que se vive en el Mediterráneo oriental, concentrada en las costas de Italia y Grecia, pudiera llevar a pensar que el goteo de pateras que reciben nuestras costas puede estar relacionado con ese drama humanitario que deja trágicas imágenes de ahogamientos, naufragios y rescates masivos, aunque nada tienen que ver entre sí. Es por ello conveniente que tratemos de explicar por qué recibimos pateras en Alicante cada año y cómo situar estos desembarcos dentro de los procesos migratorios que se viven en la frontera Sur y en el propio Mediterráneo.

En primer lugar hay que afirmar con rotundidad que nada tienen que ver la llegada de pateras hasta las costas alicantinas con la crisis migratoria que se vive en el Mediterráneo. Los cientos de miles de personas que están lanzándose al mar para llegar hasta Italia o Grecia, siendo rescatados por barcos o naufragando junto a las costas de Lampedusa, son en su mayoría refugiados que huyen de cruentas guerras que se viven en Oriente Medio, fundamentalmente en Siria y Libia, así como de otros países en conflicto. Por el contrario, las pateras que llegan hasta nuestras costas son en su mayoría inmigrantes argelinos que escapan de un país rico en recursos naturales y reservas económicas derivadas de los ingresos del petróleo y el gas natural, pero que atraviesa desde hace tiempo un notable empeoramiento en las condiciones de vida. Las propias cifras demuestran que unas y otras migraciones en nada se parecen, ya que mientras que en el pasado año entraron por las costas de Italia y Grecia más de 250.000 inmigrantes, según cifras de Frontex, a las costas alicantinas llegaron únicamente 97 a lo largo de todo el año 2014, que en su mayoría fueron devueltos al país de procedencia, Argelia. De manera que ni en el origen y causas de esas migraciones, ni en la motivación de quienes las protagonizan y mucho menos en su volumen y evolución tienen que ver unas migraciones con otras, y esto hay que dejarlo muy claro.

La llegada de pateras hasta Alicante en los últimos años es la válvula de escape de un malestar social y estructural en los jóvenes argelinos, especialmente desde 2006, convertidos en un auténtico revulsivo para el orgullo nacional de Argelia al poner de manifiesto las carencias y deficiencias del país, por lo que el Gobierno argelino se ha volcado con la Marina Nacional, la Gendarmería y la Policía para frenarlas. Recientemente, el diario argelino El Watan titulaba un artículo con el elocuente título de «Argelia, tus hijos huyen de ti», recogiendo una realidad incontestable. De hecho, los inmigrantes irregulares argelinos reciben el despectivo nombre de «harragas», habiendo sido detenidos 1.105 de ellos por las autoridades argelinas en las costas de este país solo en el pasado año, condenados posteriormente a duras penas, mientras se contabilizaron 70 fallecidos en el intento de salir de Argelia en pateras. Estas migraciones tradicionalmente se venían haciendo a través del litoral y fronteras de Marruecos, si bien a raíz de la impermeabilización y mayor vigilancia de las mismas han buscado otras vías por las que poder abrirse paso, primero a través del Estrecho, si bien, tras el aumento de la vigilancia por las fuerzas de seguridad españolas y la puesta en marcha del complejo operativo de radares del SIVE (Sistema Integrado de Vigilancia Exterior), han tenido que buscar otras alternativas, entre las que están las costas del Levante español, a las que también se les ha dotado de este sistema de vigilancia costera a partir del año 2010.

Ahora bien, hay que señalar con claridad que los inmigrantes que llegan hasta las costas de Alicante lo están haciendo traídos mediante barcos nodriza en manos de redes criminales, siendo posteriormente embarcados en pateras minúsculas al acercarse a nuestro litoral, sin combustible, ni alimentos, ni los dispositivos de orientación y navegación que exigiría una travesía larga y arriesgada como es la de Alicante y Argelia a través de un Mediterráneo incierto. Como suele ser habitual, estas redes se están lucrando de la desesperación de estas personas y sobre ellas habría que priorizar la actuación policial para desmantelarlas, en la medida en que estos inmigrantes que llegan y suelen ser interceptados por las fuerzas de seguridad no tienen ninguna posibilidad de regularizar su situación.

Pero también se podría hacer más para frenar estas migraciones argelinas desesperadas, implicando a instituciones y organizaciones de las dos orillas en campañas de información, como por ejemplo, nuestra flamante Casa Mediterráneo, que no ha hecho nunca nada sobre este tema a pesar de representar una realidad incontestable, desaprovechando así recursos y capacidades importantes para tratar de conocer e intervenir sobre procesos tan importantes en el Mediterráneo como son las migraciones.

@carlosgomezgil