La memoria gráfica de Alicante de las últimas décadas le debe una buena parte al reportero Ángel García. Cada vez que enfocaba su objetivo iba perfilando un legado fotográfico impagable. Sobre la prensa escrita es clásico el aviso de Lippman de que las grandes exclusivas de hoy envuelven el pescado de mañana. Hoy sabemos que esta frase escondía una falacia: muchas fotografías de prensa se han convertido en testimonios históricos, en patrimonio de todos. Y esto, que es un premio, puede ser una injusticia si se ignora quién ha estado detrás de cada imagen.

A Ángel García le pasaba lo que a tantos de su oficio. A menudo se reproducían fotos suyas sin su permiso y sin citar su autoría. El mundo cultural es así: está repleto de usurpadores de imágenes y textos ajenos.

Quizá por eso se sorprendió cuando hace unos años, en mi etapa de subdirector de Publicaciones del Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, le llamé para pedirle autorización a fin de utilizar una foto suya en la portada de un libro de memorias de Martínez Aguirre, alcalde de Alicante en 1976, el año en que los reyes visitaron la ciudad. Se trataba de una imagen en la que el exalcalde aparecía junto a Juan Carlos I contemplando el tesoro de Villena. A Ángel García, sí, le sorprendió que se le pidiera permiso. Dio su autorización sin dudarlo y desinteresadamente -a Martínez Aguirre le veía como un colega por su trayectoria en Hoja del Lunes y en la Asociación de la Prensa-, solicitando únicamente que constase su autoría en los créditos, reconocimiento que tantas veces le habían escamoteado.