La apertura de las llamadas grandes superficies, en un día tan señalado como el de la fiesta de la Virgen de agosto sigue levantando muchos comentarios en Elche. Cuando el alcalde de la ciudad hacía una llamada a los dirigentes de estos centros comerciales para que no abriesen ese día, estaba expresando un sentimiento, entiendo que ampliamente compartido por la población. El diario INFORMACIÓN titulaba la noticia de la apertura de los centros comerciales de este modo: «Los empleados de las grandes superficies tendrán que ir a trabajar por vez primera en el día de la Coronación de la Virgen de la Asunción».

He tenido la ocasión de preguntarles a algunos de estos empleados y evidentemente no era precisamente contento lo que expresaban y esto es lo primero que se debe tener en cuenta, la gran cantidad de personas a las que se les priva del derecho a disfrutar de la fiesta. Con tantas personas que se quedan sin disfrutar del descanso ese día en nuestra ciudad, la fiesta de este año por mucho que se quiera es menos fiesta y en este caso como recordaba el Sindicato Comisiones Obreras, se molesta al sector que soporta horarios más irregulares.

Para algunos parece que lo único importante de las fiestas, es el hecho de en cuanto se pueda incrementar el nivel de negocios; ese mismo argumento se empleaba recientemente para impulsar el día de San Juan como fiesta de toda la Comunidad Valenciana. No se trata de pensar que se puede vivir de espaldas a la economía y es cierto que la fiesta puede incrementarla en la localidad; ejemplos de ello tenemos a lo largo de la historia de nuestra ciudad, pero hay que recordar que la economía debe estar al servicio de las personas y ello se hace presente de modo especial en el hecho festivo.

La fiesta es un recordatorio de que sobre el precio de las cosas están los valores humanos. Alguno me dirá que esos son conceptos antiguos, pero yo creo que esos discursos tan «economicistas» y que se pretende sean tan modernos, son los mismos que ciertos prohombres de nuestra ciudad pronunciaban cuando en los primeros decenios del siglo XX, ponían todo el énfasis de potenciar las fiestas precisamente para incrementar el negocio. El año 1904 cuando el gobierno de Maura instauró como obligatorio el descanso dominical, las voces de quienes más poseían también estaban en contra, pues el descanso de los trabajadores -decían- era un antiguo privilegio clerical, que en nada convenía a esos tiempos tan modernos; parece que con los recortes sociales también ahora se nos quiera convencer de la modernidad de nuestra sociedad.

En un mundo en el que todo se ve desde el prisma del dinero, es necesario reivindicar los valores de la fiesta; son muchos, y entre ellos está el que la fiesta ayuda a crear una sociedad más cohesionada y esa cohesión será mayor cuanta más gente pueda disfrutar de ella. Tengamos en cuenta que por lo mucho que puedan acumular unos pocos, es más lo que se puede perder y a este respecto yo me pregunto, cuánto es lo que perdemos cuando carecemos de los valores de la fiesta. Imaginemos nuestra ciudad, nuestro país, sin el sentido de cohesión social manifestado por medio de las familias, de las redes tradicionales y entre las que cabe destacar el sentido festivo. ¿Cuánto vale todo eso?

En el momento de enviar este texto, me entero de la decisión de algunos comercios de la ciudad de cerrar en este día de fiesta, lo que es de agradecer y deseo que cunda el ejemplo de cercanía a los sentimientos populares. Espero que el Govern de la Generalitat entienda que apoyar el Misteri es apoyar la fiesta de un pueblo y es bueno que el máximo de los ciudadanos pueda celebrar la fiesta. Sin el pueblo la Festa d'Elx queda en una mera representación sin alma. Tal vez sea conveniente que cuando se trate de adoptar decisiones de este tipo, se tenga en cuenta si vale la pena cambiar por unas monedas gran parte del patrimonio intangible del pueblo valenciano y creo que la fiesta de agosto lo es, en las muchas manifestaciones a lo largo de la Comunidad y muy en especial en la ciudad de Elche. Celebrar la fiesta es recordarnos, al menos una vez al año, que por encima del dinero están las personas. Tal vez un tema muy antiguo, pero me parece que de mucha actualidad.