A unos meses de las elecciones generales no puede faltar que los partidos políticos en sus programas incluyan, concretamente, el tema de la demografía. En estos días la demografía ha vuelto a ser noticia: el Gobierno chino ha decidido permitir que (millón más millón menos) que once millones de parejas puedan tener un segundo hijo, después de 40 años de aplicar un severo control de la natalidad: una familia, un hijo. Esta política permitió frenar el crecimiento de la población, pero provocó el asesinato de muchas niñas, pues, en general, se prefiere a los varones. Además, el gobierno chino ha practicado abortos y esterilizaciones no voluntarias con la demografía y la razón de Estado como telón de fondo. Muchos infractores al precepto del «hijo único» fueron sancionados. Pero China hoy se enfrenta a otro problema, el envejecimiento de la población. Actualmente más del 16% de los chinos tienen más de 60 años, en 2050 serán el 45,4% y si la tendencia no cambia en 2100 ascenderán al 56,1%.

Esta problemática no sólo es propia de China, también afecta a Europa, a España en particular y, simultáneamente, en unos años se producirá una «explosión» demográfica en la India y en África. Se calcula que en el continente africano la población crecerá a un ritmo seis veces más rápido que la de Iberoamérica y el Caribe y 15 veces más que la de Asia.

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI) España perderá casi 300.000 personas en edad de trabajar cada año hasta 2020. En 2015 las muertes superarán a los nacimientos.

Ya disminuye la población en España. El año pasado decreció en unas 50.000 personas y hay que considerar los miles de jóvenes que han abandonado el país en busca de trabajo y siguen empadronados en sus domicilios habituales; hay que tener en cuenta que a los tres meses de residir en el extranjero pierden la tarjeta sanitaria. Otro factor significativo son los inmigrantes que han vuelto a su país de origen o se han desplazado a otros países.

Thomas Robert Malthus, uno de los pioneros de la demografía, en 1798 publicó su libro Ensayo sobre el principio de la población. La ausencia de vacunas, el hambre, las guerras que provocaban gran mortandad, eran factores que atenuaban el crecimiento de la población. Para Malthus «el poder de la población es indefinidamente más grande que el poder de la tierra para garantizar la subsistencia del hombre».

Para contrarrestar los efectos del envejecimiento de la población se promueve el apoyo a las mujeres que desean tener descendencia en los llamados países desarrollados, aunque hay que señalar que en donde esta política se lleva a la práctica, en países escandinavos y del norte europeo, el resultado ha sido poco significativo. En cuanto a los países poco desarrollados una política inteligente de planificación y de promoción de la mujer, social y económicamente, puede atenuar una situación que conjuntamente con el cambio climático (ambos fenómenos están estrechamente vinculados) constituye la mayor amenaza. Posiblemente si se aplican urgentemente medidas en esa dirección se asegure la supervivencia de la especie, al menos por un periodo más. Malthus en estas circunstancias, con estos datos sobre el escritorio, seguro que no sería optimista.