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Rogelio Fenoll

Comparaciones odiosas

Comparar cuando se viaja es una especie de vicio secreto, de placer culpable que algunos compartimos. Estás disfrutando de un espacio público en tus vacaciones y, de repente, sin pretenderlo, te viene a la memoria la ciudad en la que vives

Comparar cuando se viaja es una especie de vicio secreto, de placer culpable que algunos compartimos. Estás disfrutando de un espacio público en tus vacaciones y, de repente, sin pretenderlo, te viene a la memoria la ciudad en la que vives, los lugares que llevas años frecuentando, y entonces salta el inevitable símil. Reparas en que lo que estás viendo en tu destino temporal nunca lo observarás ni disfrutarás en la localidad en la que resides. Te sale el criticón que llevas dentro y una especie de envidia sana. Vas paseando y sin darte cuenta tienes la mente en Alicante: comparas los veladores de otras ciudades -ordenados, todos con el mismo diseño, sin publicidad de bebidas y sin adueñarse de la calle- con el caos que reina por estos pagos. Es agosto y sin embargo en muchas ciudades consideradas turísticas hay festivales culturales, una programación para gustos variados, sin olvidar a los más pequeños, pero llegas a Alicante y, más allá de un par de empresarios que se juegan su dinero en los conciertos, no hay ofertas que alivien el páramo de este mes. A cientos de kilómetros de la Costa Blanca disfrutas de playas con duchas de cuerpo entero, servicios para el veraneante, juegos, deportes, gastronomía en la arena... y te acuerdas de la última vez que fuiste a una playa alicantina y no había agua ni para lavarse los pies. E inevitablemente te preguntas por qué vienen los turistas a la Costa Blanca, si por inercia, porque el apartamento se terminó de pagar hace décadas y ahora lo usan hijos y nietos o tal vez por sus precios y su marcha. Cuando estoy en Alicante y veo a turistas, en particular a los extranjeros, me pregunto qué les ha traído hasta aquí, cómo nos ven, qué es lo que les gusta o disgusta, pero muchas veces, escrutando sus expresiones, temo que estén perdidos, que se hayan equivocado de destino y que posiblemente no vuelvan, que también ellos estén comparando.

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