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José Emilio Munera

El secuestro del TRAM

Pocos servicios públicos han funcionado mejor y con más éxito de público que el tranvía nocturno de la costa, rebautizado recientemente como tramnochador. El año pasado lo utilizaron más de 75.000 usuarios sólo en las noches de julio y agosto para moverse entre Alicante, Playa de San Juan, El Campello y Benidorm. Miles de jóvenes y cientos de coches que salieron de las carreteras en las peligrosas noches del verano para apostar por un medio de transporte seguro, cómodo y puntual. Pues bien, disconforme con el convenio laboral y con total desprecio del interés general, un sindicato de maquinistas ha decidido cargarse este año el tramnochador, la tranquilidad y esta apuesta por la seguridad y la modernidad. Los efectos del desastre de la supresión del tranvía nocturno fueron inmediatos: a comienzos de julio, disturbios, tumultos y colapsos para coger los autobuses en la Plaza del Mar; y a principios de agosto, una peligrosa avalancha de jóvenes con grave riesgo para la salud al término de un concierto en El Campello para subir al último tranvía en la noche de un sábado. Como, por suerte, no ha muerto nadie, no pondremos el semáforo.

De todo este vergonzoso caos, lo que más sorprende no es la irresponsabilidad del sindicato que secuestra el tranvía y utiliza a los usuarios como rehenes de su negociación, ni la indiferencia general, ni la incapacidad para resolver el conflicto del anterior Consell, lastrado como estaba por su ineficacia y la corrupción en su partido. Lo más llamativo es la reacción del nuevo Gobierno de Puig, que autoriza un tranvía nocturno entre Benidorm y Dénia «por seguridad y para evitar accidentes de los jóvenes» y dice que no hay arreglo entre Alicante y Benidorm por no decretar servicios mínimos sus antecesores. Pronto empezamos con la herencia recibida y excusas de mal pagador, en lugar de buscar soluciones para restablecer un servicio público esencial y necesario.

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