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De Toros

Siguen sonando clarines y timbales

Andan la mar de crecidas las fuerzas del antitoreo y, apenas chupan algo de público poder, se afanan en anular festejos y declaraciones de antitaurinismo ciudadano. Que disfruten de su mísera victoria, tan pírrica, en tanto ejerzan poderes salidos de las urnas y, las más de las veces, de acuerdos de gobernanza entre perdedores. Sépase que ni siquiera la pena de excomunión con que amenazó el Vaticano, pleno siglo XVI, Felipe II en el trono hispano, a quienes se enfrentaban a los toros, logró atajar la afición «tan metida en la sangre», según palabras del devoto monarca. También algún Borbón lo intentó y nada logró. Esa amistad «dos veces milenaria entre el toro y el hombre», en sentidas palabras de Fernando Villalón, aquel poeta ganadero, o ganadero poeta, allá preferencias, que pretendía criar toros con los ojos verdes . «Si no se me rompe el palo/ aquel torito berrendo / no me mata a mi el caballo», campea su devoción taurina en unos de sus versos. Eso, muy arraigada la afición al toro, al toreo, cuyo peligro decadente no viene de los antis, flor de pocos días, sino de sus deficiencias internas. Luego suceden cosas la mar de chuscas, caso de Bildu, que prohibe la fiesta en Donostia, la preside en Pamplona y llena y no escatima alabanzas a la tradición taurian de Azpeitia. Y timbales...

Así pues, agosto, mes del toreo por excelencia en lo que a cantidad ferias se refiere, muestra su amplio panorama, su rica y variada oferta: de norte a sur, de este a oeste, España en el ruedo. Ante todo, recordar la recuperación de San Sebastián, clamoroso «petardo» de Bildu al suprimir los toros durante su municipal mandato y ver cómo ahora retornan a su tradicional ser. Con Gijón, Pontevedra y Huesca en clara apuesta por la tradición, en tanto que un alcalde anti, tan «progreta» el especimen, se ha cargado la feria de María Pita, de la Coruña, que volverá, a no dudarlo, volverá. Por el norte asoma la rigurosa llamada de Bilbao, con esa Semana Grande de amplia riqueza de matices. Para final de mes, la riojana de Logroño. En tanto que Francia, donde el toreo cuenta con el beneplácito de la mismísima Asamblea Nacional, ofrece el claro rigor de Beziers y Dax. Por el sur, Málaga y Almería cierran el ciclo agosteño. Con significadas presencias de José María Manzanares, una de las figuras de mejor cartel. Suenan clarines y timbales...

Inoportuna y ¿calculada? actitud del PSOE en Palma de Mallorca al aceptar que la ciudad sea declarada antitaurina. Cosas veredes, Sancho, tan peregrinas. Tan insólitas. Y sin que la «muralla» del sistema se entreabra para dar paso a nombres con méritos sobrados. Y en Alicante, lo de Adolfo Martín. ¿Emoción?. Alicante. Agosto.

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