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Bartolomé Pérez Gálvez

Cuentos de verano

El verano suele venir acompañado de una sequía de noticias de especial relevancia. Quizás por ello adquieren protagonismo otras más curiosas e incluso un tanto hilarantes. Y es que tampoco está el personal para seguir aguantando sobresaltos, ni para valorar contenidos informativos más complejos que los propios de los fichajes del mercado futbolero. De acuerdo, agosto es un mes para relajarse y dejar a un lado las cosas serias. Ahora bien, cuidado con algunas noticias que, disfrazadas de aparente inocuidad, pueden acabar afectando a la salud. Ojo con ello, que no todo vale a la hora de publicar informaciones de agradable lectura. Repaso un par de ejemplos que me han llamado la atención en los últimos días.

Con este calor de mil demonios, no es de extrañar que la cerveza sea la protagonista de algunas de las informaciones más tendenciosas. Bueno, lo es todos los años, que para algo su producción significa el 1,4% de nuestro Producto Interior Bruto. En si misma, la cerveza no es una bebida que conlleve riesgo alguno para la salud. Ahora bien, tampoco se trata de esa panacea que nos quieren vender a riesgo de caer en el charlatanismo. Cada año se insiste en sus propiedades curativas que, llegado el caso, igual solucionan una infección bacteriana que un cáncer de próstata o de mama. Pasa el tiempo y no aparece prueba alguna que confirme estas predicciones, habitualmente asociadas al patrocinio de la industria interesada. Aceptando que no hay motivo para despreciar una buena pinta, tampoco la confundamos con los elixires milagrosos del Viejo Oeste; aunque sí se parecen en sus más que discutibles propiedades curativas.

El titular impacta: «Beber cerveza hace a los hombres más inteligentes». Adviértase que el efecto se limita solo al género masculino. Y que ya no se identifica el consumo de alcohol, de forma exclusiva, con la hombría mal entendida. Pasamos de soñar con unos testes del tamaño de los de un toro -los de Osborne-, a querer mejorar el contenido de nuestras testas, que es otra historia. Al menos somos un poco menos brutos; ya no es cuestión de huevos sino de neuronas. Lees la noticia y te sientes un tanto obligado a pedir unas cañas, aunque sólo sea para comprobar si el macho ibérico consigue mejorar su inteligencia.

Como uno tiene querencia a la bibliografía médica, leo el artículo al que se hace referencia, en su versión original. Joder, ni novedad científica ni primicia periodística alguna, que ya se venía hablando de este notición hace tres años. Y es que el estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Illinois, fue publicado en la revista Consciousness and Cognition en marzo de 2012. El asunto tiene miga. De entrada hay que alcanzar una tasa de un 0,075% de alcohol en sangre o, en otros términos, superar sensiblemente el límite legal para conducir. Dicen los autores que con esa alcoholemia se incrementa la creatividad. Es evidente. Pregunten a guardias civiles y policías que, a buen seguro, les contarán las mil y una ingeniosas ocurrencias de quienes son detenidos conduciendo con esa tasa de alcohol en sangre.

A los escribanos que redactaron la noticia se les olvidó citar algunas conclusiones del articulillo de marras. Detalles nada menores, como el hecho de que esa tasa de alcohol disminuía considerablemente la atención y la memoria de trabajo, esa que necesitamos para realizar cualquier actividad cotidiana. Ya ven, matices que es mejor obviar, no vaya a ser que pongamos en duda la maravillosa utilidad de la cerveza para desarrollar nuestra inteligencia. Tiene narices que a esto le llamen «información sanitaria».

Lo más gracioso del asunto es que el trabajo científico original no analizaba, en absoluto, la inteligencia. Vaya, que no la cita ni de refilón. Pero aún es más llamativo que tampoco exista mención alguna a la cerveza. Efectivamente, la investigación a la que se refiere la noticia -insisto, titulada «Beber cerveza hace a los hombres más inteligentes»- no utilizó esta bebida. En su lugar, los participantes en el estudio tomaron una copita de vodka con zumo de arándanos. Leído el texto en su totalidad no se cita, ni por asomo, la palabra beer (cerveza). En conclusión, ni se estudia la inteligencia ni la cerveza aparece por ningún sitio. Entonces, ¿por qué se publica una noticia con este titular? No hace falta ser mal pensado -ni inteligente- para suponerlo.

Y si la cerveza era supuestamente eficaz para mejorar el intelecto de los hombres, ¿qué podemos decir de dormir desnuda para estar más bella? Ahí tienen otra curiosa noticia que, aunque en principio parece limitarse al género femenino, procede de una investigación realizada exclusivamente con hombres. En esto no cambiamos: hombres inteligentes y mujeres bellas como prototipos del éxito social ¡Así nos va!

Pues bien, la noticia es que las mujeres que duermen desnudas adelgazan, rejuvenecen, son más hermosas y disfrutan más del sexo. De nuevo me pongo a hurgar en las fuentes del texto, decidido a comprobar si lo de dormir en pelotas es tan beneficioso como se dice. El revuelo nace de un artículo publicado en el Daily Mail, en el que se hace referencia a un estudio americano y se concluye -por parte del tabloide, of course- que dormir sin pijama hace que perdamos grasa y que reduzcamos el riesgo de diabetes. El resto de las ventajas se sustentan en la opinión personal de diversos expertos, con mayor o menor justificación científica. Vaya por delante que el Daily Mail mantiene una curiosa cruzada anti-pijamas desde hace algunos años y son múltiples los artículos en que aconseja no utilizarlos. Tanto interés hace pensar que hay algo más que el compromiso con la salud de sus lectores. Vaya, como con la cerveza.

De nuevo la realidad se aleja de la publicación sensacionalista. Los investigadores observaron que cuando la temperatura de la habitación era de 19 grados, las grasas y los azúcares se metabolizaban mejor que cuando superaba esa cifra. Parece evidente que el factor era el fresquito y no tanto dormir o no con el culo al aire. Ni se les ocurra dormir desnudos a 30 grados porque, ni van adelgazar más allá de lo que el sudor les permita, ni tendrán mejor cara al despertar y, posiblemente, lo del sexo lo dejarán para momentos menos calurosos. Les recomiendo que bajen la temperatura del aire acondicionado o abran las ventanas para que corra la brisa. Y, si lo desean, duerman desnudos que, por otra parte, es como lo hace el 10% de la población. Eso sí, no esperen milagros por un grado más o menos.

Marilyn Monroe dormía desnuda y era bella, sí. Pero tal vez lo fuera por aquellas gotas de Chanel Nº 5 que le acompañaban cada noche. Cuestión a estudiar para el próximo verano.

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