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Javier Mondéjar.

Castigados sin postre

En épocas electorales a todos se les da alguna cosilla por añadidura para que a la hora de votar se acuerden de lo buenas que son las madres ursulinas que les llevan de excursión. A aquel le cae una miajita de disminución de impuestos vía IRPF, a ese otro un porcentaje minúsculo de ayuda a la dependencia, al de más allá un sí es no es de rebaja en los impuestos sucesorios, unas carreteritas, una pizca de alcantarillados, un auditorito, un paseo nuevo con olmos y abedules? Menos a nosotros, que nos cae la del pulpo, como siempre.

No me resisto a citar a Calderón, que viene al pelo: «qué delito cometí/contra vosotros naciendo;/aunque si nací, ya entiendo/qué delito he cometido». Es que clama al cielo (y no me oyó) que siempre seamos el hijo tonto de todos los presupuestos, unas veces porque como se suponía que éramos tierra conquistada para qué iban a gastar con nosotros lo que podían rentabilizar con otros más levantiscos y ahora porque quienes mandan en esta tierra son el enemigo y ya se sabe que a éste, ni agua.

Va a ser verdad que la única época en la que nos han temido, y por tanto hemos recibido halagos y carantoñas en forma de consignaciones presupuestarias ha sido cuando aquí había un partido nacionalista razonablemente fuerte. Bien es verdad que poco duró y que el «naranjito» fue rápidamente fue absorbido con una pajita después del «pacto del pollo» por los chicos de Zaplana. Y se acabó la diversión, ya nunca más fuimos reivindicativos y sí palmeros enfervorecidos, de los que más jalean cuanto más les sacuden. Bueno, nos sacuden a nosotros, a ellos les colman de bienes, concesiones, recalificaciones, contratas y compras de bienes y/o servicios.

A ver, los catalanes llevan toda la vida hablando de agravios comparativos y que la solidaridad bien entendida empieza por uno mismo y que mejor que repartir parte de lo que recaudan en impuestos entre los pobres andaluces y extremeños, mejor se lo quedan ellos. Los vascos lo tienen más fácil, como los dineros los recauda su Hacienda Foral ellos ya repartirán; bueno, si eso.

Y nosotros, ese Levante Feliz del que se les llena la boca pensando que nos pasamos el día al sol en la playita comiendo arroces caldosos y ligando con noruegas, resultamos ser los más desgraciados porque aportando más, mucho más que casi todos, nadie nos lo reconoce y ninguno nos lo agradece. Y aquí llevamos una década de estómagos agradecidos alabando a los de Madrid y sin levantar la voz, no sea que se molesten. Todo muy jajajá.

Es un pitorreo. Díganme ustedes por qué demonios usted como alicantino recibe de Rajoy 54,4 euros menos de lo que le toca por media a cualquier español. ¿Cómo es posible que en 2016 se vayan a invertir 24,2 millones menos en la provincia? Y encima, por si fuera poco el escarnio, tampoco se tiene en cuenta el número de habitantes y en ese concepto recibimos 101,2 millones menos de lo que nos correspondería. Hace unos días se me abrían las carnes oyendo al ínclito Gerardo Camps justificando esta injusticia con el brillante argumento de que lo que se invierte de más en Valencia repercute en Alicante y que el Gobierno ha decidido que mejor que invertir es que tengamos el dinerito en nuestros bolsillos (Será en los de ellos, supongo) ¡Olé! Este es nuestro diputado, al que pagamos todos los meses espléndidamente para que defienda en las Cortes Españolas nuestros intereses. Genial. Ya saben ustedes a quién hay que votar para que les represente adecuadamente? Tontos seríamos si no lo reeligieran por aclamación, nada de elecciones.

Y no cuento del déficit de nuestra financiación autonómica, el más gordo que vieron los siglos, ese sí motivador de pedir un referéndum de autodeterminación y cerrar a cal y canto las fronteras de Vinaroz a Pilar de la Horadada. Es terriblemente injusto que estemos a la cola de España, que todos los años perdamos una cantidad ingente de dinero y que la parte del león de nuestra deuda, aparte de lo que han malgastado un puñado de chorizos, sea producto de que las transferencias del Estado son mucho menores que los gastos por habitante en sanidad o educación.

Sufrimos desde hace la tira una infrafinanciación de 1.893 millones (con datos del año pasado), cuando Cataluña «sólo» tiene menos 994 y ve argumentos para pedir la independencia. ¿Qué tendríamos que exigir nosotros? No es de extrañar que en el País Vasco y Navarra estén encantados y muy lejos del debate soberanista, ambos territorios tienen una sobrefinanciación de 4.455 y 1.133 millones respectivamente, referenciados al mismo año.

¿Victimismo? Anda ya, con un poco de justicia nos sobraba y bastaba, pero no cuenten con ello.

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