Venimos observando en estos últimos meses una proliferación de libros de memorias de políticos que pertenecieron a los primeros gobiernos de la democracia dirigidos por Adolfo Suárez así como de aquellos que proviniendo del franquismo supieron y pudieron sumarse al proceso democrático cuando entendieron que la continuidad de una dictadura, una vez muerto Franco y en una Europa que profundizaba su unión, se mostraba como algo imposible. Si en los años inmediatamente posteriores a la Transición se produjo una publicación en tromba de memorias políticas de los principales actores de los últimos años del régimen franquista, me refiero a los Areilza, los Fraga, los López Rodó o los Martín Villa, en estos últimos meses, como he dicho antes, parece que se vuelve a tomar el tema de la Transición por personas próximas al franquismo o por lo menos por los herederos de aquella parte de la derecha española que, encuadrados en un sistema que les proporcionó una vida profesional y personal tranquila y provechosa, dieron los primeros pasos para conseguir que el amplio sector de la población que se identificaba con el 18 de julio no impidiera, haciendo uso de las armas, el advenimiento de una democracia que había quedado suspendida en España tras el golpe de Estado de 1936.

Y es en este contexto en el que se ha publicado recientemente una nueva biografía política y personal de Torcuato Fernández-Miranda, una de aquellas personas del régimen que tras disfrutar de una provechosa carrera profesional y política durante los casi cuarenta años de dictadura franquista supo entender la necesidad del cambio hacia un régimen de libertades ayudando al efecto, desde su condición de jurista y como presidente de las Cortes y del Consejo del Reino, al entonces recién nombrado Jefe del Estado, Juan Carlos I. Me refiero a El guionista de la Transición (Editorial Plaza y Janés, 2015) escrito por Juan Fernández-Miranda, sobrino nieto de Torcuato Fernández-Miranda.

Este nuevo libro se viene a sumar al publicado en 1995 por Pilar y Alfonso Fernández- Miranda, hija y sobrino de Torcuato que tuvo como título Lo que el Rey me ha pedido (Editorial Plaza y Janés). En él los autores llevaron a cabo un concienzudo estudio del proceso jurídico que terminó por desmontar la parte del andamiaje franquista imprescindible para que se iniciasen los pasos necesarios que dieron lugar a unas elecciones constituyentes, pero al mismo tiempo reconocimos un evidente rencor de los autores a la oposición, entonces en la clandestinidad, a la que conceptuaban de extrema izquierda y ausente de cualquier tipo de reflexión política sobre lo que necesitaba el país. Una izquierda que, según estos dos autores, celebraron la muerte de Franco con «tenebroso gozo».

Si bien es cierto que en el libro del periodista Juan Fernández-Miranda ha desaparecido esa animadversión hacia los actores de la Transición que leímos en el anterior Lo que el Rey me ha pedido, encontramos algunas opiniones con las que no podemos estar de acuerdo. Y ello es así porque se quiere presentar a Torcuato Fernández-Miranda como un outsider de la política española cuando en realidad fue, sobre todo, un hombre del franquismo que integrado en sus instituciones como catedrático de Derecho Político o como ministro del régimen supo evolucionar y desmontar el franquismo desde dentro, ante el temor, sin fundamento alguno, de una revolución de los herederos de la II República. Decir que durante los breves años en que no ostentó ningún cargo político se encontraba en el exilio interior supone un insulto para todos aquellos españoles que sí vivieron un exilio en España durante los casi cuarenta años de dictadura franquista como consecuencia de la purga que se hizo contra todo aquel que se hubiese significado durante la II República.

Tampoco entendemos que no se nombre a algunos de los principales actores de la Transición. Pretende Juan Fernández-Miranda que el cambio de sistema político se debió a un trabajo único de Torcuato y el Rey, presentando a Adolfo Suárez como un ambicioso que supo arrimarse a Torcuato varios años antes de la muerte de Franco. No se hace ninguna referencia en las 381 páginas del libro a la fundamental importancia que para el advenimiento de la democracia tuvieron el Partido Comunista y el PSOE desde una posición mucho más responsable de la que se pretende dar de ambos partidos. Cabe recordar el manifiesto comunista de 1956 en el que el PCE reconoció el régimen de partidos democrático como único sistema válido para la superación de las dos Españas o las declaraciones en 1962 de Rodolfo Llopis, secretario general del PSOE en aquel entonces, admitiendo en España una monarquía que trajese la democracia. De ambos hechos se ha olvidado, inexplicablemente, el autor.

Con la publicación de este libro creemos que se apuntala el interés de las nuevas generaciones de derecha españoles por leer una historia de la Transición que presente a sus padres y abuelos, aquellos que vivieron muy bien durante el franquismo, como los hacedores de la democracia, cuando en realidad el verdadero protagonista fue, con su lucha, el pueblo español.