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Desde mi terraza

Luis De Castro

Lo popular y lo populista

Daniel Simón es el nuevo concejal de cultura de nuestro Ayuntamiento. Formaba parte de la lista de Guanyar en las elecciones municipales, pero ya ejerció como concejal en la oposición y en el grupo de Izquierda Unida en la anterior legislatura. A pesar de su juventud (37 años) conoce los entresijos municipales y sabe manejarse con soltura. Y en su declaración de intenciones repite constantemente que defiende «lo popular». Comparto totalmente su opinión, siempre que aplique el término «popular» en su justa medida. Popular era Federico García Lorca cuando en La Barraca representaba a Lope de Vega, Calderón o Unamuno. Popular es Albéniz, Falla o Chapí; popular es Molière o Shakespeare. Popular es, en fin, toda manifestación artística que gusta y emociona a todos. Otra cosa es el «populismo», que busca el agrado del pueblo bajo la apariencia de defender sus intereses, dicho en lenguaje político. Y como es un joven inteligente, espero y deseo que diferencie bien ambos términos, especialmente en lo referido al Teatro Principal, que en breve contará con un nuevo director en la persona de Paco Sanguino (autor, director y gestor teatral) quien, a pesar de sus 50 años lleva ya treinta deambulando por el mundo del teatro aun cuando su filiación corresponda al llamado «teatro alternativo». No es, por lo tanto, nuevo en esta plaza. La señora Padilla ha sido cesada en ese cargo y no se le renueva el contrato tras una temporada teatral francamente mediocre, en la que solo destacaron cuatro o cinco espectáculos teatrales. Y quienes conocemos el mundo de la contratación teatral sabíamos que con la subvención que contaba por parte de la propiedad del teatro no podía hacer milagros, subvención que no cubría ni los gastos generales del emblemático edificio. Pero hay aquí un matiz importante: la hasta ahora directora del teatro figuró en el número seis de la lista municipal del Partido Popular; y tanto de haber obtenido dicho partido la mayoría necesaria para gobernar en lugar de perder nada menos que diez concejales, como pasando a la oposición (tal es el caso) seguiría siendo concejala. Y resultaría cuando menos chocante que una concejala en ejercicio ocupe el cargo de directora del teatro alicantino. Esta circunstancia, que supongo sería valorada por Padilla al aceptar figurar en las listas, unido al escaso interés de la última temporada que además arrojó un previsible déficit (125.000 euros) ha motivado su relevo. Iniciamos el curso con cuatro salas teatrales (Teatro Principal, Teatro Arniches, Las Cigarreras y la nueva gestión teatral para la antigua Aula de Cultura CAM) que, de ser conducidas con acierto, pueden abarcar un completo espectro teatral para disfrute de los aficionados. Con inteligencia, ausencia de «egos» y una buena coordinación, además del apoyo económico mínimo imprescindible, Alicante recuperará el sitio que nunca debió perder: una ciudad teatral considerada como tal en toda España.

Por último quiero aclarar algunas inexactitudes expresadas por mi buen amigo Paco Huesca en INFORMACIÓN en una carta pública titulada Puro teatro. Pues bien, un servidor no fue fulminantemente destituido, cesado, sustituido? cuando llegó el Partido Popular al Ayuntamiento. Mi tiempo de gestión al frente del Teatro Principal fue el siguiente: con el alcalde José Luis Lassaletta (PSOE) de 1984 a 1991 (8 años); con el alcalde Ángel Luna (PSOE) de 1992 a 1994 (3 años) y finalmente fue Luis Díaz Alperi (PP) quien renovó mi último contrato de 1995 a 1998 (4 años). Nunca oculté mis simpatías por la izquierda, pero mi marcha no tuvo -aparentemente- motivaciones políticas sino económicas, al presentar el último año un déficit de lo que hoy serían 60.000 euros, con bronca en público del consejero de la CAM que calificó mi gestión como «nefasta», lo que motivó mi dimisión al comprender que la Propiedad del teatro no compartiría nunca mi concepto sobre lo que debía ser un teatro público, y que para ello era imprescindible mayor subvención. Dimisión que, todo sea dicho, fue aceptada (y aplaudida) tanto por el Ayuntamiento como por la CAM puesto que nadie me pidió que me lo pensara; o sea, fui un buen gestor cultural durante 14 años y el último fui «nefasto». ¡Qué cosas! Dicho queda.

La Perla. «En los teatros donde se representa buen teatro, en lugar de butacas debería haber reclinatorios» (José Sacristán, actor)

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