El señor presidente, como acostumbra, no ha dicho nada nuevo en su última comparecencia frente a los medios, aunque en la presente ocasión podíamos considerar, también como algo novedoso, el permitir que los informadores tomaran la palabra en cumplimiento de su tarea profesional. Podían preguntar con toda libertad. El mandatario popular iba a desvelar la gran noticia que, de tanto insistir sobre su llegada, todos estaban esperando, con resignación. «La recuperación estaba ahí». No hubo revuelo en la sala. Los periodistas ya tenían conocimiento del tema y no por deducción propia, simplemente, porque la señora ministra de Trabajo ya adelantó la novedad tiempo atrás. De tanto repetir que la «recuperación había venido» -Machado dijo aquello de «la primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido», aunque con notable sacrificio, por lo que se refiere a la recuperación española, sin duda- la noticia había envejecido a pesar de haber llegado acompañada de otro anhelo cargado de ilusión y esperanza, «que el empleo también estaba aquí». La distinguida dama remachó que «ambos habían venido a España para quedarse». Sin darse cuenta y, sin duda sin proponérselo» dejó sin el argumento estrella de la comparecencia al presidente de su propio partido y convirtió el notición en algo carente de interés, después de saber que, recuperación y empleo ya hacía un tiempo que convivían con todos los presentes, claro que sin notar los beneficios de tan importante presencia y menos aún en los comedores escolares que, según parece, es donde más necesaria es su actividad. Por otra parte, abundando en el tema de pisarle la información al señor presidente, la joven y recentísima ministra de Agricultura también aportó su granito de arena diciéndonos que «el Gobierno del Partido Popular ha venido a cambiar la Historia». Bienvenidas sean las portadoras de tan extraordinarias noticias, pero no está nada bien que se adelanten a su líder a la hora y el momento de alegrar el corazón de los españoles, hay que dejar que el presidente vaya comunicando cómo se está transformando la realidad cada día, que sea él quien nos diga que su Gobierno cambiará la historia y no que la señora ministra se tome la libertad de comunicar una noticia de tan alto voltaje. Flaco favor le han hecho al jefe. Contento y satisfecho -no había para menos- salió a la sala a informar sobre lo que el personal ya sabía por boca de las ministras que, nerviosas, no supieron mantener el secreto que a su debido tiempo debía desvelar el siempre sereno señor presidente, convirtiendo la gran ceremonia en un intento fallido.

Ante tan poco cuidada presentación surgen las preguntas como torrentes tras una prolongada sequía. ¿A quién corresponde la autoría de un protocolo tan desfavorable para la personalidad del señor presidente? ¿Qué se pretendía con la puesta en escena de una noticia tan importante y tan vieja en la memoria del pueblo? ¿Se había perdido, como en alguna que otra ocasión, entre el abundante papeleo que acompaña las presentaciones presidenciales? ¿Por qué ahora y no hace un par de meses o más interviene la máxima autoridad española? ¿Se sabrá algún día lo que ha pasado? Vayan ustedes a saber. En este país nuestro no se suele acostumbrar a censurar actuaciones tan improcedentes como la que nos está ocupando. Se da el carpetazo, se olvida el asunto y se pasa a otra cosa con absoluta e incomprensible naturalidad, que puede presentarse, de nuevo, sin el debido respeto al presentador. Otro hecho desacostumbrado, también ha llamado nuestra atención, la posibilidad de los periodistas de hacer preguntas en una rueda de prensa al máximo nivel. Sin duda lo más importante, aunque no todo lo novedosa que debiera, es que la recuperación estaba ahí. Sola, en la sala de espera, atenta a la llamada. Que pase, por favor.