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Antonio Sempere

Infotainment

Para opinar hay que conocer. Aunque en demasiadas ocasiones hablemos de oído. Estos días que puedo, estoy visualizando nada menos que seis informativos por jornada, a saber, los de La 1, Antena 3, Cuatro, Telecinco, La Sexta y La 2. Sí, soy un friki, lo reconozco. Porque nadie me obliga a ello. Y además, disfruto mucho. Para que se hagan una idea, si en mis salas de exhibición de cabecera, allí donde se proyectan películas y eso que se llaman eventos, ballet, musicales, conciertos, hubiese una pantalla en la que proyectasen en directo los informativos de la jornada, allí estaría encantado, en la fila 7, entretenidísimo. Porque los informativos de hoy día lo son, y de qué modo. Por el qué y por el cómo. Por su lenguaje y sus estrategias. Por lo que cuentan y por lo que dejan de contar. Hasta por sus omisiones y sus subrayados son divertidos.

La cuestión, y no es broma, es que durante estos día de ola de calor estoy pudiendo ver media docena de informativos diarios, y en contra de la opinión mayoritaria, y por muy políticamente incorrecto que pueda llegar a parecer (y pesar de las promos de Montoro), me atrevo a afirmar que los más completos, los más sensatos, los que más informan y los más parecidos a lo que debiera ser un noticiario tipo son, sin duda, los de La 1. Cuya edición de las 9 de la noche, miel sobre hojuelas, está presentada por Olga Lambea, que entona divinamente, cuenta con una dicción perfecta y, pese a ser humana, no lo aparenta, puesto que no se equivoca nunca.

A la altura de Susana Roza, Raquel Martínez o Lara Síscar, que ya es decir. En estos tiempos de «infotainment» (información la mar de entretenida) realizar comparativas no es baladí. Y es que nunca han sido tan necesarios los informativos de la televisión pública como ahora. Tantísimo hemos perdido el foco.

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