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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

Cultura de base

Es lógico que Miguel Herrero Herrero ande loco estos días. Dirigir un Festival de Cine no es fácil, y hacerlo prácticamente en solitario deviene en heroicidad. El 9º Festival Internacional de Cine de Sax, que ha llenado su agenda de actividades por espacio de un mes, vivirá su gala de clausura en la noche del 31 de julio en el Patio de la Casa de Alberto Sols, con vistas privilegiadas a la tortuga de la icónica peña del castillo, que da nombre a los galardones. A esta edición se han presentado más de 1.700 trabajos de todo el mundo, que el comité de selección, con el director a la cabeza, ha debido visionar.

Miguel Herrero nunca ha cobrado un euro en estos diez años de trabajo (para cristalizar la primera edición ya hubo un primer curso de intensas negociaciones). Es decir, que Miguel Herrero vive «por» y «para», aunque en absoluto «de» la pasión que le absorbe y a la que dedica mucho más tiempo y energía del que pudiésemos imaginar. Lo que daría para un buen debate acerca de las vocaciones, de la gestión cultural, del ocio como negocio o de las carencias de toda índole a las que se tiene que enfrentar un enamorado de cualquiera de las artes audiovisuales por estas tierras.

A un tiro de piedra, Villena celebrará del 8 al 20 de agosto su 34ª Semana de Cine (que por su duración más que semana es quincena). No es un Festival de Cine, porque en él no hay competición y no se entregan premios. Pero sí resulta un caso insólito por cuanto desde el primer año de su larga andadura, en 1982, los espectadores abarrotan las salas y pagan por ver cine. No hay entrada libre, como en otros lugares. No vuelan las invitaciones de protocolo, como en tantos sitios. En Villena los espectadores pagan por ver cine. Y el evento tiene la fuerza suficiente como para «hacer comarca», ya que durante esos días acuden espectadores de numerosas poblaciones vecinas, de las cuatro provincias que se unen en ese vértice del Alto Vinalopó. También hay un artífice que hace posible esta aventura. Sin la pasión de Antonio Vicente Martínez García, es más que probable que la primigenia Semana de Cine no mostrase la pujanza actual. Que sin su argamasa el resto de integrantes del equipo se hubiesen disgregado, y sin su entusiasmo, en los momentos de horas bajas hubiese podido hacer peligrar la nave.

Tanto el Festival de Sax como la Semana de Cine de Villena aúnan dos factores: la pasión inquebrantable de sus impulsores, y un presupuesto poco menos que exiguo. Afortunadamente, existen otros Alicantes donde se ama el cine, se fomenta, se visiona y se convierte en fiesta, sin que éste cueste prácticamente un euro a las arcas públicas. Algo a tener muy en cuenta estos días de subastas aciagas de quilombos multimillonarios.

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