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Ahora que ha muerto Saza, ahora que ha muerto el último de nuestros actores de carácter, habrá que dar una reprimenda a TVE por sus escasos esfuerzos a la hora de reconstruir la memoria de nuestro siglo XX a base de entrevistas dignas, extensas y atinadas con aquellos personajes que construyeron la iconografía audiovisual del pasado siglo.

José Sazatornil sufría Alzheimer. Pero tiempo tuvieron mucho antes de este óbito que le ha llegado a punto de cumplir los 90, de corresponderle, agasajarle, exprimirle sonsacándole recuerdos y anécdotas. Si a lo máximo que podemos aspirar en la televisión pública es a que nuestros artistas retirados acudan al plató de Cine de barrio a apostillar el par de lugares comunes que se conocen sobre ellos, apaga y vámonos.

La semana pasada visitó por sorpresa el plató de Qué tiempo tan feliz, en Telecinco, Chicho Ibáñez Serrador. Me parece inaudito, de verdad, que en los últimos años (décadas, podríamos decir) un creador de su talla no haya tenido su entrevista en profundidad, realizada por el Iñaki Gabilondo de turno en la pública. No soporto QTTF (ahora los modernos de la tele llaman a sus programas con las iniciales). Detesto este formato afectado porque supone la antítesis y la cara B del proyecto que, en su día, la televisión pública debió emprender. Un plató abierto a todos quienes hicieron historia en ella. A los que nos contaron lo que veríamos por la pequeña pantalla en programas meta-televisivos (como José Antonio Plaza, Guillermo Summers o Ignacio Salas), a los que nos contaron las noticias (como Rosa María Mateo, Concha García Campoy o Lalo Azcona) y a nuestros grandes cómicos (como las hermanas Gutiérrez Caba, Elvira Quintillá o José María Pou). Todos se han ido o se irán yendo, como Saza, sin legar para el archivo audiovisual una entrevista retrospectiva. No con carácter póstumo, tipo Epílogo, sino atemporal. Una verdadera pena.

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