Me cuesta definirme políticamente, pero entiendo que estoy muy cerca de ser un liberal con algunas notas anarquistas. Es decir me aplico la máxima de que mi libertad acaba, donde comienza la libertad de los demás.

Mi abuelo, cuando alguien soltaba alguna frase discordante, solía decir «Parles per la bragueta, con els gegants». Y es que últimamente, algunos políticos mueren por la boca, como los «pescaos». No piensan lo que dicen, lo sueltan sin valorar a quién pueden herir. Me estoy refiriendo a las manifestaciones publicadas por la concejala de nuestro Ayuntamiento doña Marisol Moreno, «Marisol la Roja», como ella misma se hace llamar.

«Mirar estos hijos de puta... una bomba os tiraba yo a vosotros». Querida Marisol, este comentario es un atentado contra la democracia y contra la cultura. Sí, digo bien, contra la cultura. Me explicaré. En el año 2013 el Gobierno aprobó la Ley 18/2013, de 12 de noviembre, para la regulación de la Tauromaquia como patrimonio cultural. Esta ley, que sigue en vigor, dice en su preámbulo cosas como estas: «La Tauromaquia forma parte del patrimonio histórico y cultural común de todos los españoles, en cuanto actividad enraizada en nuestra historia y en nuestro acervo cultural común, como así lo demuestran las partidas de Alfonso X el Sabio, que ya en el siglo XIII contemplaban y regulaban esta materia.

Las fiestas o espectáculos taurinos, incluyen no sólo a las corridas de toros sino un numeroso conjunto de tradiciones y festejos populares vinculados al mundo del toro, que a su vez comprenden lo que hoy entendemos por Tauromaquia. Todo esto es signo de identidad colectiva, y ello justifica que su preservación corresponda y competa a todos los poderes públicos.

El carácter cultural de la Tauromaquia es indiscutible y merece ser preservado como un tesoro propio de nuestro país, rico en culturas distintas. Esa específica manifestación cultural ha sido, incluso, exportada a otros países que la desarrollan, promocionan y protegen».

Una corrida de toros es, por tanto, un espectáculo catalogado por ley, como cultural. Además es a puerta cerrada, entra quien quiere o quien puede.

Es obvio que tenemos el gobierno municipal que los alicantinos han querido, pero insto al señor alcalde a que promocione unas jornadas, a modo de seminarios, sobre democracia. Pero democracia auténtica y bien entendida.

La tradición taurina de Alicante es muy antigua. La Plaza de Toros de Alicante es una plaza de segunda categoría según el Real Decreto que organiza las plazas de toros en tres categorías, según la antigüedad, tradición, tamaño y números de festejos anuales. Asimismo, es una de las plazas en funcionamiento más antiguas de la Comunidad Valenciana.

Desde principios del siglo XVIII, las corridas en Alicante se realizaban en diversos lugares, como la plaza del Mar o la de San Francisco, construyéndose en 1839 una plaza provisional de madera en el Barranquet. La plaza de toros de Alicante fue construida originalmente en 1848 según el proyecto del arquitecto Emilio Jover, pero no fue hasta 1888 cuando, tras la reforma de José Guardiola Picó, que la plaza cobró más importancia, pasando a tener casi 16.000 asientos para una ciudad que entonces tenía 19.000 habitantes.

Después de la Guerra Civil, la propiedad de la Plaza de Toros pasó a manos de la familia Escoto y la explotación de la misma estuvo regentada por don Alfonso Guixot Guixot y, a su fallecimiento, por su sobrino don Vicente Espadas Palomares. En el año 1986 es adquirido el edificio por el Ayuntamiento de Alicante, realizándose unas obras de remodelación, principalmente ampliando la anchura de los vomitorios, construyendo nuevas escaleras y ampliando la zona de corrales. En estos momentos la Plaza de Toros de Alicante, sigue siendo propiedad del Ayuntamiento, por lo tanto es propiedad de todos los alicantinos.

Dolores Ibarruri «La Pasionaria», presidenta del Partido Comunista en España, pronunció durante alguno de sus mítines, la famosa frase: «Antes morir de pie que vivir de rodillas». Pues bien, querida Marisol, avísame de lo de la bomba, para morir de pie en el tendido uno, viendo una buena faena de Morante, El Fandi, Castella o Talavante a un buen toro de procedencia Santa Coloma, si puede ser. Cada uno tiene sus gustos, qué le vamos a hacer.