«Un día sin una sonrisa es un día perdido» (Charlie Chaplin)

Suelo preguntarme cuando veo a Barack Obama en cualquier medio de comunicación por qué es tan habitual que una sonrisa que se dibuja como de franca y cálida satisfacción aparezca con tanta frecuencia en su conocido rostro. Y no me resulta difícil imaginar que para un político americano dejar en los anales de la historia el asombroso hito de haber sido el primer candidato afroamericano nominado por el Partido Demócrata y el primero en ejercer el cargo presidencial de esa gran nación que constituyen los Estados Unidos de America debe producir un estado anímico que invite a una permanente sonrisa.

Pero la pregunta es: ¿pueden haber en general otras razones para esa expresión facial de sentimiento de satisfacción, agrado, alegría o placer? Claro que sí, y es que todos nos preocupamos, y también, desde luego, los líderes políticos, de tener buena presencia, de complacer a los demás. ¿A quién no le agrada gustar? Pues bien, tienes en tu mano el utensilio más eficaz para gustar, y es vestirte con una sonrisa antes de salir de casa. Exacto, como Obama.

La sonrisa es uno de los caminos que nos lleva a conseguir la confianza de los demás, y es que si la cara es el espejo del alma, y si primero son los pensamientos y después los sentimientos, y si físicamente solemos reflejar lo que estamos pensando, una sonrisa refleja buenos pensamientos, y buenos sentimientos, y ¿cómo no vamos a confiar en alguien que refleje esto?

Una persona que nunca ríe, que no tiene sentido del humor, que le gastas una pequeña broma y que ni siquiera esboza una sonrisa, salvo que esté pasando un mal momento, no parece, desde luego, la mejor compañía.

Los líderes políticos saben el poder que tienen las sonrisas, y es que mejoran nuestro aspecto, nos hacen más amables, simpáticos y atractivos, más cercanos y fiables, y son una gran herramienta de sociabilización y además nos amparan y relajan, y es que una persona que sonríe la sentimos más humana y accesible.

Esta pequeña y amable expresión en nuestro rostro produce bienestar y además nos puede servir para expresar nuestros sentimientos, encontrar nuevos amigos y reforzar los que ya tenemos, encontrar trabajo, comunicarnos con mayor eficacia y empatía, y hasta ganar elecciones si eres un político, pues la sonrisa inspira cercanía, confianza, simpatía, honestidad e integridad y además les hace más atractivos.

Y sabemos cómo las imágenes se quedan firmemente grabadas en las mentes de las personas.

Piensa en la imagen de Obama, ¿a que la tienes grabada sonriendo?

Aunque claro, la sonrisa tiene que estar en contexto, y no procedería en situaciones serias, tristes o dramáticas, salvo una sonrisa suave de afecto y acompañamiento.

La sonrisa puede incluso ser terapéutica, y así cuando no nos encontramos bien emocionalmente, el gesto de la sonrisa, aunque se esté forzando, puede producir cambios en el interior de la persona, de modo que el cerebro recibe la señal de la sonrisa en el rostro y comienza a segregar sustancias de bienestar acordes a ella, con lo que se mejora el estado de ánimo.

Sonríe, pues, siempre que puedas, todo lo que puedas. Cuando las personas reciben una sonrisa, suelen contestar de igual manera. La sonrisa y el buen humor transmiten energía positiva y magnetismo. Seguridad en uno mismo, valor, coraje, fortaleza. Confianza, fuerza, proximidad. Es buena para tu salud. Para tu vida. Por eso, se me antoja, sonríe tanto Barack Obama. Por todas esas razones. Y ahora dime: ¿sonríes también tú?