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Pretemporada en el tripartito

Siempre la misma melodía. Hace cuatro años y un mes el PP ocupaba tras 32 años de gobiernos socialistas el Consistorio ilicitano, con un programa político que había tenido oportunidad de madurar durante tres décadas. Los primeros compases del nuevo ejecutivo, que duraron casi dos años, sonaron machaconamente una y otra vez en clave de reproche, justificando la causa de su inmovilidad en la dichosa herencia y en el expolio que las arcas públicas habían sufrido con el gobierno de Alejandro Soler. Al tiempo, los entonces inquilinos de la bancada de la oposición se esforzaban en trasmitir la idea de que había que olvidar el pasado, que había que hacer borrón y cuenta nueva y que el equipo que entonces lideraba Mercedes Alonso debía dejarse de cuentos y a empezar a solucionar los problemas de los ilicitanos. Cuatro años después, la cantinela es la misma. Sólo cambian los protagonistas. Todas las promesas de la campaña electoral realizadas por el actual tripartito y presidido por Carlos González se tornan pasado el primer mes de mandato en un compromiso de futuro, con el pretexto de que o no hay dinero o no hay tiempo para hacer prácticamente nada hasta el próximo año... Por eso, sería deseable que los que nos gobiernan asuman alguna vez sus responsabilidades y salieran a la palestra a explicar a los ciudadanos que los «imponderables» son los que no les dejan más remedio que esperar a mejor ocasión a que haya una oficina antidesahucios, a que se habilite un nuevo presupuesto para impulsar un plan de empleo (mientras tanto, ajo y agua), a que se diseñe una hoja de ruta (lo de la antelación es una quimera) para atajar el picudo, a que se constituya la enésima comisión mixta para continuar con la reforma de San Antón... Esperar, siempre esperar. Lo único que, paradójicamente, se ha concretado en el mes que lleva el tripartito al frente del gobierno ha sido el reparto de despachos, la distribución de las áreas, la concesión de las dedicaciones exclusivas... y poco más. El gobierno municipal parece estar aún en pretemporada, sin advertir que los fichajes están cerrados, que los brazaletes de capitán se han repartido y que hasta el árbitro ha pitado ya el inicio del partido. Es el momento de sudar la camiseta. El movimiento se demuestra andando, no prometiendo, para que aunque el Elche esté en Segunda, Elche sea de Primera.

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