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Toni Cabot

Mal el domingo, peor el lunes

Tiene razón Bartomeu, aunque posiblemente lance el dardo para apuntarse otro tanto en plena campaña para seguir al frente del Barça: «Casillas se ha despedido diferente a Xavi». Nada que ver. En Barcelona no faltó detalle. Todo personaje relevante del entorno azulgrana o del fútbol mundial tuvo sitio en el Auditori 1899 (Cruyff, Asensi, Villar, Rexach, Abidal, Puyol, Iniesta... sólo faltó Messi a causa de un inoportuno control antidopaje). Todo preparado, ordenado, perfecto, aderezado con imágenes para rendir pleitesía a Xavi, un mito a la altura de Casillas, otra leyenda de idéntica casta. Sin embargo, el madridista apareció el domingo en solitario, derramando lágrimas, sin nadie que le arropara. Cuando el sonido mediático se tornó ensordecedor, apuntando directamente a los oídos de Florentino Pérez, el Madrid reaccionó. Lo hizo tarde, de noche y mal, sabedor que la imagen desamparada de Iker, con el rostro empapado, cerrando la puerta de la sala de prensa, le iba a martirizar durante mucho tiempo. Y si mala fue la despedida del domingo, peor fue la del lunes. Me comentaba ayer un colega madrileño, buen conocedor de los entresijos del club blanco, que la postura de L'Equipe, diario de cabecera en el palco del Bernabéu, ante lo que acababa de suceder con Casillas abrió, seguro, una profunda herida en la cúpula madridista: «El Madrid no tiene tanta clase», venía a plasmar el rotativo francés tras la primera comparecencia de Casillas. Cortos se quedaron si se compara la reacción con lo que se ha podido leer después, tras el montaje de ayer, día en que Florentino convenció al portero para aplazar unas horas su viaje a Oporto buscando aparecer en una fotografía que ya no tenía sentido. A modo de ejemplo, «The Guardian» hablaba de «farsa» de una «situación rara e incómoda» por tener que decir adiós por segunda vez en 24 horas. No, no ganó Casillas con ese «teatro innecesario», pero quien realmente perdió fue Florentino, a quien cuesta creer cuando asegura que deseaba que el guardameta acabara su carrera en el Madrid. Los primeros gritos que se escucharon por la Castellana pidiendo su dimisión han tenido que poner en guardia al presidente, más habituado al elogio y al autógrafo que a la reprimenda. En este río revuelto por el huracán provocado por la polémica e interminable salida de Casillas habrá que ver cómo acaba pescando Sergio Ramos. Las llamas todavía pueden crecer un poco más alrededor de Florentino si no acierta con el futuro del defensa de Camas. Debe estar calculándolo.

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