Suelo leer todo lo que aparece en prensa sobre las quiebras de las cajas de ahorro en España. Hay un hecho que me llama la atención y que se ha producido en casi todas ellas, me refiero a la colaboración que ha existido entre las cajas y los promotores inmobiliarios.

En pleno boom de la burbuja inmobiliaria, todas las cajas españolas se volcaron en conceder préstamos a los promotores y constructores. Algunas quisieron participar en el negocio y crearon inmobiliarias propias y otras en unión con empresarios. Estas dos opciones las podemos considerar erróneas ahora, pero en su día no eran tan malas si consideramos que el negocio no estaba en el rendimiento del préstamo sino en la promoción y venta de viviendas. Lo que ya no está tan claro es por qué cuando ya había estallado la burbuja y todos querían salirse de la construcción, hubieron varias cajas que incrementaron su participación en empresas junto a los promotores y en algunos casos hasta les compraron la participación y se quedaron como únicos propietarios.

El resultado de toda esta operatoria es que ahora que vamos conociendo las «tripas» de las cajas, nos encontramos un montón de pufos inmobiliarios y, sin embargo, la gran mayoría de los promotores han salido indemnes y algunos hasta potenciados. ¿Cómo es posible que haya podido ocurrir esto? Está claro que se tienen que haber producido distintas situaciones y que cada caso tiene una historia distinta, pero yo voy a contar una que puede ser real.

Un promotor invita a un amigo, alto directivo de una caja, a comer. A los postres, con el café y la copa le dice -«Puedo comprar un solar para construir tres bloques de viviendas y me piden 20 millones de euros. ¿Me podéis dar un préstamo para la compra y un crédito promotor para la construcción?». -«Envíame toda la documentación y lo trataré con cariño». -«Muchas gracias, y ya sabes lo del 5%». -«Esto no lo debes de repetir jamás». -«De acuerdo seré una tumba».

Se da el préstamo, se compra el solar y se concede el crédito promotor. Se empieza la construcción y al cabo de un año la obra está a medias y no se ha vendido un solo piso.

Vence la primera cuota del préstamo y el promotor no puede pagar. La caja para no contabilizar en mora el préstamo decide comprar el 20% de la sociedad que se valora en 100 millones, con esos 20 millones cancela el préstamo (el promotor ya no debe nada). La obra sigue a ritmo lento, sigue sin venderse un piso, y el promotor no puede pagar los primeros plazos del crédito promotor. Nuevamente y para no contabilizar en mora, la caja decide comprar la totalidad de la sociedad para continuar ellos la promoción. En esta ocasión «aprietan» al constructor y este admite que la sociedad solo vale 50 millones, con lo cual la caja le paga 40 millones por su 80%. ¿Qué nos ha quedado?, pues que el constructor se desentiende de todas las deudas y se lleva de rositas 40 millones (supongo que menos el 5%), mientras que la caja ha pagado 60 millones, más lo que lleva invertido en la construcción y lo que le queda por invertir para al final quedarse con unos bloques de viviendas sin comprador.

Es posible que el ejemplo sea un poco exagerado, pero no está muy alejado de la realidad, por esta razón algunas cajas han quebrado y algunos constructores gozan de buena salud.