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«Aurea mediocritas»

Lo que está ocurriendo en Grecia ilustra la dorada mediocridad de los líderes neoliberales. ¿Qué nos dicen personajes como Lagarde, Juncker, Dijsselbloem o Draghi más allá de la defensa a ultranza de la Europa de los mercaderes? ¿Qué ideas motivadoras o ilusionantes salen de sus monetizadas cabezas para nutrir el ideal de la Unión por encima de los sacrificios impuestos a las clases medias y populares con una austeridad descartada por quienes ya salieron de la crisis? ¿Qué ofrecen Merkel y Schauble a la construcción solidaria de una Europa de los ciudadanos? ¿Dónde han ido a parar los principios cohesionadores de la unidad, la filosofía y la ética del compromiso común? ¿Hay antecedentes de una etapa tan roma, tan ciega, tan desoladoramente mediocre?

Obama se ha visto obligado a mediar, pidiendo quitas a la deuda griega para neutralizar el papel de Putin, quien tal vez sueña con la flota rusa en enclaves estratégicos del Mediterráneo, como ya lo son los del Mar Negro en la península de Crimea. Aunque no fuese más que una especulación, las razones geoestratégicas del presidente americano merecen reflexión en momentos como el actual, marcados por preocupantes movimientos militares de nuevo cuño. La cerrada negativa a una reestructuración de la deuda no puede desentenderse de la desesperación de un pueblo abocado a salidas de mera supervivencia, cuyos déficits provocaron los gobiernos precedentes con falsedades y mentiras que involucran a algunos de los mandarines ahora exigentes de resarcimiento en plazos leoninos.

El referéndum acredita la decencia política de Tsipras, maniatado para el cumplimiento de lo prometido. Su dimisión en caso de ganar el sí exigido desde Bruselas merece el mayor respeto. A otros que presumen de haber hecho los deberes contradiciendo todas sus promesas electorales, ni se les pasó por la cabeza la legitimación refrendaria y mucho menos la dimisión ante el sufrimiento causado. Uno tras otro, los resultados de las sucesivas consultas están obrando a manera de referéndum que acabará relegándoles a la oposición. El drama es ver cómo el lenguaje de Europa se empobrece en exclusivas referencias a la deuda, los pagos, los recortes, los índices bursátiles, las primas de riesgo y todos sus derivados, mientras se frustra en premoniciones de catástrofe la idea y el ideal de uno de los grandes proyectos inclusivos de nuestro tiempo.

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