La pretendida superioridad moral de la izquierda induce equivocadamente a Echávarri a tachar de machistas a los que piden la revocación de la mujer de Ángel Franco como asesora de Alcaldía, sin darse cuenta de que los que exigen tal dimisión son sus socios de poder, lo de gobierno está por ver, que representan a partidos a su izquierda. Esta vez no le vale tal razonamiento al alcalde alicantino, qué pena para su pobre argumentario que no sean otros quienes le estén forzando a que Fini abandone el consistorio. Sospechan los socios, Pavón y Bellido, que Franco sigue mandando en el PSOE, no lo duden, lo sigue haciendo, y ahora, si cabe más, cuando por fin uno de sus discípulos ha sido tocado por la vara de mando. Pero eso deberían saberlo de antemano los líderes de Guanyar y Compromís. El poder, los despachos y la moqueta tira mucho, y hay momentos en que es más cómodo mirar hacia otro lado.

Empezaron mal nada más terminar el recuento de votos. Hicieron demostraciones públicas de lo poco que les preocupa la ciudadanía y lo mucho que por el contrario les obsesiona el mando en plaza. Todos querían ser alcaldes, hasta Bellido el valencianista con tres concejales lo manifestó en alguna ocasión. No llevan ni medio mes y se están tirando los trastos a la cabeza por un tema tan de ellos como el recurrente empleo de asesores para amigos y demás familia que puebla la casa consistorial cada cuatro años. A los vecinos ni nos va ni nos viene el asunto, o sí, ya que se trata del dinero que como contribuyentes les entregamos en la esperanza de que lo gasten como es debido y para bien de la comunidad a la que dicen servir. Servicio público, vocación de él, dicen tener todos aquellos que alcanzan el acta de concejal. Pero lo primero que hacen, es servirse del dinero de todos para crear empleo entre los suyos, empleo que huele a millas a pura y dura canonjía. El de Fini, y el del resto de los asesores.

De los 28 asesores que en total se nombran en esta legislatura, 24 se los reparten los quince concejales del equipo de gobierno, uno más de los que tenían los populares con tres concejales más. Echávarri se lleva él solito cuatro para casa, y el contribuyente a seguir financiando estas sinecuras sin sentido que no hay manera de acabar con ellas. Aquí en esto no ha cambiado nada, estamos en la misma senda del despilfarro de los caudales públicos con el único objetivo de saciar el apetito de colocación de las organizaciones a quienes representan, en ningún caso a los votantes que en las urnas depositaron sus papeletas, para según el triunvirato se cambiaran las formas anquilosadas de los anteriores inquilinos del Ayuntamiento alicantino. El veto de los contribuyentes es para la compañera de Franco y para los 27 restantes.

No hay razón que sostenga ni por un momento la necesidad de la figura del asesor, aunque una ley hecha ad hoc para uso y disfrute de los partidos políticos, como la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de las Administraciones Locales, así lo permita. Para ello ya están los funcionarios, que han tenido que superar en su momento las oposiciones correspondientes. Entre ellos los hay con conocimientos en todas las materias y necesidades que tengan sus señorías. Desde el secretario, con su profundo conocimiento de la administración y sus leyes, pasando por los profesionales del gabinete jurídico, los arquitectos e ingenieros que trabajan en el área correspondiente, hasta el más humilde del conjunto de funcionarios que componen la plantilla del Ayuntamiento. De ellos y entre ellos pueden sacar los regidores un ramillete de asesores en cualquier tema o asunto que les ocupe o preocupe. Cuando uno es lego en una materia en particular, y Echávarri parece serlo en más de una, debe apelar a personas con los conocimientos específicos para que le pueda ilustrar con sus consejos o dictámenes, no a un compañero de partido, partidario o simpatizante.