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Crónicas precarias

La represión vintage será tendencia este verano

Damas y caballeros, les anuncio que si tenían pensado «subvertir el orden constitucional» este verano van a tener que darse prisa, pues el próximo 1 de julio entra en vigor la Ley de Seguridad Ciudadana y esto de protestar se va a poner un poquito complicado. De hecho, tendremos 20 delitos nuevos. Organícense, hagan una fila y empiecen a gritar lo que deseen gritar, tienen de tiempo hasta el miércoles. Luego, la dicha recorrerá nuestras almas, todo serán hámsteres de hinchados mofletes, amapolas, globitos de colores? Y silencio.

A no ser que ustedes, discrepantes sin solución, amen las emociones fuertes, las multas y las denuncias por terrorismo. Si es así, pueden continuar con sus quejas todo el tiempo que quieran, les llevaremos una empanada a prisión con una lima dentro (eso lo he visto en películas y dibujos animados, supongo que será el procedimiento habitual). Oler el miedo en el ambiente resulta el condimento perfecto para cualquier sistema democrático de calidad, eso es así.

La normativa, que se ha ganado a pulso el cariñoso mote de Ley Mordaza, criminaliza actos como intentar impedir un desahucio, grabar a un antidisturbios durante una manifestación o decir algo sobre la Familia Real que no sea «¡Qué guapos y competentes son todos! ¡Qué preparado está Felipe, qué buena planta tiene!».

Y como sabemos que el bolsillo pica, las muestras de desobediencia o resistencia a la autoridad-como no disolver una concentración cuando lo exija la Policía- pasarán de ser una infracción leve a una grave y estarán penadas con multas de entre 601 euros y 30.000 euros. Así los pobres se lo pensarán dos veces antes de amargarnos a todos con su hambre y sus desgracias.

Pero no crean que nuestra renovada Ley de Vagos y Maleantes se ha quedado anclada en el pasado. Ese rancio olor a alcanfor, ese aire de represión vintage esconde una gran pasión por las cuestiones relacionadas con Internet, el mal absoluto del siglo XXI, ¡el Hitler de nuestra época! Por ese motivo, convocar y organizar protestas a través de las redes podrá considerarse delito.

Y si nos quedaba alguna duda sobre la bondad de esta nueva normativa, peligrosas organizaciones internacionales como la ONU o la Comisión Europea ya la han criticado por su sesgo autoritario. Madre mía, ¡qué sabrán los terroristas de Naciones Unidas sobre libertad de expresión! Más allá de estas entidades claramente antisistema, otras como Amnistía Internacional incluso han considerado que la reforma legislativa «pone en riesgo la libertad de información y la protesta pacífica». Le tienen envidia a nuestra estabilidad institucional y ya no saben cómo dinamitarnos.

Además, esta ley llega en pleno ataque de histeria por parte de la Fiscalía, que al parecer no tiene nada mejor que hacer con los recursos públicos que perseguir a Guillermo Zapata por sus tuits. Es la excusa perfecta para que desde las instituciones se pueda amenazar con denuncias y multas a cualquiera que saque un poco los pies del tiesto. Uy, uy, uy, ¿en serio quieres decir eso? ¡Pues traigo la Ley Mordaza y te crujo!

Así que, ahora que ha quedado claro que la libertad de expresión es un vicio de radicales y delincuentes, he decidido que a partir de la semana que viene emplearé este espacio para hablar de papiroflexia. Si resulta demasiado controvertido, me pasaré a las mermeladas.

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