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La dura realidad que afronta el PP

Si el bipatirto no comete errores de bulto, la travesía del desierto que le espera al PP va a ser larga y cruenta. En el debate de investidura del jueves volvió a verse que sólo uno de sus dirigentes, precisamente el presidente saliente, Alberto Fabra, ha entendido lo que la sociedad reclama y las causas de la derrota del PP. El resto, no es que no la hayan comprendido, es que no quieren asumir lo sucedido porque prefieren repartirse los restos del naufragio antes que intentar construir un barco nuevo. Fue lo que le ocurrió al PSPV en 1995. Fabra tuvo clarividencia, pero le faltó empuje. Y ahora el PP queda a expensas del cainismo, huérfano de líderes, discurso y recursos. Toda una generación tendrá que caer antes de que levanten cabeza.

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