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A propósito del retoquito gubernamental, abecé dejó sentado esto: «Rajoy dijo que se proponía comunicar mejor y aseguró que los cambios no serían cosméticos. Pues bien, la crisis pasó a ser un ajuste hecho con nocturnidad. El presidente ha accedido a los deseos de Wert de abandonar prematuramente la cartera sin reparar en que se marcha sin garantizar la aplicación de la Lomce, una de las leyes estrella de la legislatura. Del plasma hemos pasado al correo electrónico: extraña manera de mejorar la comunicación». No quiero ni pensar lo que habrá dicho Ferreras.

Cuan las típicas estrellas del deporte rey que tensan la cuerda para agenciarse un destino en condiciones más favorables aún, José Ignacio había bajado el pistón hasta dejarlo irreconocible. Durante los últimos meses sus apariciones públicas se habían reducido hasta límites insospechados limitándose a las obligadas comparecencias en las Cámaras. Pero esta desaceleración de iniciativas no la había hecho por nosotros, sino porque anda loquito por montárselo de embajador de España ante la ocedeé. De hecho, la exsecretaria de Estado de Educación y pareja del ínclito, Monserrat Gomendio, lleva cuatro semanas ya en París ocupando el puesto de directora general adjunta del club al que José Ignacio quiere ir traspasado. Eso sí, en todo este tiempo el exministro dejó sin cubrir la vacante de ella. Para que luego lo tilden de soberbio, arrogante y provocador. Pero si es un caballero...

De las cuestiones detectadas que más preocupan de este movimiento está el que vuelva a ser contertulio. Para evitarlo y suponiendo que Mariano conserve algo de retranca, en lugar del premio que desea y dado que ambos comparten creencia balompédica, debería hablar con Florentino para que lo adjunte a su staff. Es lo único que le falta al Madrid.

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