Mira que cuesta en política que dos se pongan de acuerdo, pues imagínense cinco partidos para repartir la tarta del poder municipal en Santa Pola. Una verdadera hazaña. Pero aún es más heroico que para conseguir que el exalcalde Miguel Zaragoza regrese al honroso oficio de poner inyecciones haya sido necesaria la traición de dos ediles de Ciudadanos, que con su apoyo al PSOE, han propiciado que la villa marinera tenga la primera alcaldesa de su historia. Está claro que la venganza está muy por encima de la ideología y que es uno de los principales motores -los otros dicen que son el dinero y el sexo...- del ser humano. Porque somos personas con nuestro corazoncito y como tales no nos importa, por lo visto, saltarnos a la torera la disciplina de voto impuesta desde la variopinta formación de Rivera con tal de quitarnos al enemigo de en medio. No me digan el porqué en unas ciudades sí se pacta con el PSOE y en otras con el PP. Supongo que dependerá de la estrategia de despiste de C's de cara a no dejar una clara una hoja de ruta hasta pasadas las elecciones generales. Pues nada, ya tenemos dos nuevos aprendices de tránsfugas, una palabra maldita que disgusta a los dos ediles. Desgraciadamente les define como algo indeseable desde el punto de vista político. Si quieren les llamamos díscolos pero es que esto no ha empezado aún y ya van de cabeza al grupo de no adscritos. Impresentable.
