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Manolo Alarcón

Tribuna

M. Alarcón

De buen rollo

He vuelto a escuchar estos días en Orihuela el nombre de la socialista Antonia Moreno y no sólo en boca de la gente de su partido, también en la del alcalde saliente, Monserrate Guillén (Los Verdes), quien tildaba el viernes de «acto de generosidad enorme» el que esta se apartara en 2011 de la pelea por la Alcaldía, facilitando un pacto a tres bandas (PSOE, Los Verdes y CLr-Claro) que llevó al PP a la oposición y a Mónica Lorente, al cabo de cuatro años, a su desaparición de la vida pública. Ayer, cuando Emilio Bascuñana felicitó a Guillén por su gestión este mandato que ha terminado: con tres de los cuatro años gobernando en minoría, sin presentar presupuestos ni en 2013, 2014 y 2015 y en contra de su propio partido, se terminó por cerrar un círculo perfecto para el ecologista difícil de igualar porque por él nadie apostaba hace cuatro años y se ha ido por la puerta grande (comparado con sus antecesores, claro está) y aclamado. Y todo gracias (en parte) a aquel paso de Moreno el 11 de junio de 2011. Y como esta, en Torrevieja Ángel Sáez dimitió hace algunos días para permitir un complejo acuerdo a seis bandas que ha derrocado al PP de Eduardo Dolón. Él se sabía el problema para pactar, entre otros, con «Sueña» y se fue por la puerta de atrás. Pero a Sáez nadie le ha agradecido ese «acto de generosidad enorme» que ha hecho, ni siquiera Fanny Serrano, la gran beneficiada, y lo es tanto que ayer se le escapaban las lágrimas de felicidad en una ciudad que le ha dado más de lo que ha recibido de ella.

Y viene todo esto a cuenta de otro «acto de generosidad» que se le pidió días atrás a Carolina Gracia por miembros de la ejecutiva del PSOE en Orihuela, como era que no se postulara a alcaldesa y permitiera un gobierno liderado por Cambiemos y Karlos Bernabé -con «K»- más el apoyo de los Ciudadanos de Juan Ignacio López-Bas. La propuesta, curiosamente, partió de Carlos Bernabé -con «C»- a la sazón secretario general de los socialistas y no fructificó -¡menos mal!- porque si Guillén se ha ido por la puerta grande del Ayuntamiento otros habrían entrado por ella sin mérito ni bagaje político, algo que se adquiere, principalmente, en la oposición, ganándose las habichuelas desde abajo. Pedir que te haga alcalde el PSOE porque así te lo ha ordenado la asamblea es un argumento de poco peso político por mucho que uno sea vehemente al hacerlo o al decirlo.

Y quizá todo ello ayude a entender este «de buen rollo» con el que comienza la legislatura en Orihuela. El PP, con un candidato de un perfil difícil de mejorar y que llega a la cumbre sin haber ganado una sola batalla política -el mismo camino que pretendía Karlos Bernabé-. Con las dos fuerzas de izquierdas tirándose de los pelos sobre de quién ha sido la culpa de que la gaviota se haya vuelto a posar en el Palacio del Marqués de Arneva, si de Gracia por no regalarle ocho concejales a un desconocido o del desconocido por creerse que podía ser alcalde con dos ediles porque Guillén lo fue con tres hace cuatro años. O con Ciudadanos, intentando quitarse de encima la pegatina de ser los liberales disfrazados y cambiando de talante (ya veremos cuánto les dura). Y con Pepa Ferrando que, ya les digo, no va a dejar de dar titulares a diestro y siniestro este mandato, aunque muchos no le gustarán ni los pondrá ella. Y, miren, lo dejo, que yo también estoy de buen rollo.

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