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Toni Cabot

La atalaya

Toni Cabot

El rey del mambo

La detención de Jack Warner, presidente de la Concacaf entre 1990 y 2011, ha servido trece años después para correr definitivamente el velo de la descarada estafa diseñada desde el seno de la FIFA en el Mundial de Corea de 2002. Warner, de nacionalidad trinitense-la misma que Michael Ragoonath, el juez de línea que levantó la bandera sin que el balón hubiera traspasado la línea antes del centro de Joaquín que Morientes convirtió en gol- tuvo capacidad de maniobra para dejar las cosas atadas aniquilando a Italia y, acto seguido, a España en el encuentro que designó a su paisano como acompañante del egipcio Gamal Ghandur. Aquel arreglo para allanar el camino de la anfitriona, Corea del Sur, y obtener recompensa bajo manga no es más que otra gota en ese océano de oscuros intereses millonarios que riega la FIFA, un organismo que por alguna extraña razón o por la fuerza que le confiere manejar los hilos del deporte rey se ha arrogado desde siempre poder para maquinar a su antojo al margen del derecho, con impunidad. Y ahí sigue, sin moverse un centímetro. De otra forma no se entiende que ayer mismo, con la que ha caído tras la actuación del FBI y la detención de siete altos directivos involucrados en casos de corrupción, Blatter no solo mantenga el apoyo mayoritario de la asamblea sino que descarte echarse a un lado por el bien del fútbol. Se cree el rey del mambo. Y a lo peor, lo es.

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