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Francisco José Benito

Mirar el Ebro cada cuatro años

Corría el año 2004 -iba a decir que ya ha llovido pero en Alicante en el tema del agua no nos vale ni el refranero popular- cuando el Gobierno de Aznar organizó un encuentro en Villena con José María, el dirigente de la España seca y la España húmeda, para colocar la primera piedra de lo que iba a ser el trasvase del Ebro, la solución definitiva a los problemas de abastecimiento de una provincia que, visto no lo visto, no será capaz de resolverlos hasta que, llegará no lo duden, abramos el grifo y sólo encontremos arañas. Hacía frío y lloviznaba en Villena y Aznar se presentó en el Alto Vinalopó, además, el día de su aniversario por lo que hasta se le entonó el cumpleaños feliz. Las obras del trasvase se quedaron ahí, en el agujero que perforaron un grupo de operarios para enterrar la urna y hasta hoy, porque el PP perdería las elecciones, llegaron Zapatero y Narbona con su plan de desaladoras -ninguna operativa tras 400 millones de inversión-, pasaron dos legislaturas y de nuevo volvió el PP con Mariano Rajoy al frente y otra mayoría absoluta en el zurrón. Once años después Alicante se seca, el PP ha vuelto a ser incapaz, o no ha querido, de poner en marcha el trasvase del Ebro -el mismo río que cede sus aguas a Tarragona, Bilbao y Santander, entre otras ciudades de la España húmeda- y ahora, cuando hasta la campaña electoral escribe su epílogo, nuestros padres de la patria han vuelto a las andadas. Císcar, Albadalejo, Tejerina, Fabra, Bonig... y todos aquellos con algún tipo de responsabilidad en el PP, vuelven a prometer el trasvase del Ebro. Qué quieren que les diga. A esas alturas y echando un vistazo al Tajo y otro al Júcar resulta muy difícil creerles.

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