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Francisco Esquivel

No sé cómo Madrid resiste

Recibo un guasá en el que se ve a la estrella portuguesa del Madrid agarrada hacia la cintura por Esperanza Aguirre, que le suelta: «Enhorabuena por tu golazo, Messi». «Soy Cristiano». «Como tiene que ser». Me lo echo a la cara horas después de escuchar a una colega decir en la radio que entras al metro y allí está Esperanza, cruzas la Gran Vía y lo mismo... deslizando que no sabe cuánto estará gastándose la susodicha en los preparativos pero que, un buen pico, seguro. Al escuchar la advertencia sobre la ubicuidad, los dos mozos que tenemos por allí yendo de arriba/abajo envían un mensaje compartido: «No preocuparos, que tenemos cuidado». Para no perderlo de vista, es. De hecho oigo otra voz y me parece la de Rosa Díaz. Gracias a Dios no es ella, sino Manuela Carmena que irradia un reclamo mucho más cabal. Al que apenas se oye es al Gabilondo que se presenta, mientras que por desgracia para los de su cuerda sigue viéndose a Carmona más de la cuenta. De Madrid al recelo, parece que se ha tornado el refrán. Hablando de chavales, el guapete Sánchez le advierte en la carrera de San Jerónimo al amigo de Espe que sólo le está dando dos opciones a los jóvenes, pasaporte o inem y que ha logrado que 500.000 se hayan tenido que ir. Rajoy no se corta y le sugiere que aprenda a leer y a escribir porque, según el Instituto Nacional de Estadística, se ha reducido a 24.638 los que aún continúan fuera. Me da que el ine conoce a menos gente que yo. Afortunadamente no es el caso del presi que, tras acabar la refriega, acompañó a Esperanza por el parque de Madrid Río -construido sobre la M30 soterrada, que a saber cuándo se terminará de pagar-, montando unas buenas bicis y encabezando la serpiente multicolor de candidatos y asesores del equipo cuyo giro lo realiza desde Génova. Dios mío, lo único que le hace falta al ciclismo.

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