Ayer los sindicatos conmemoraron con manifestaciones reivindicativas el 1º de Mayo. La dictadura franquista celebraba el Día del Productor -lo de Trabajador era tabú - con una gran concentración sindical en el estadio Bernabeu, exhibiciones, desfiles y tablas de gimnasia y medallas, muchas medallas para empleados ejemplares; mientras la policía político social del régimen perseguía a los que se atrevían a celebrarlo con reivindicaciones callejeras. Lo de Franco se parecía más a lo que hoy hace el dictador de Corea del Sur, o lo que hacían en la misma fecha, en la URSS, la dictadura soviética.

El 1º de Mayo que los sindicatos siguen celebrando curiosamente tiene un origen norteamericano: fue la Federación Americana del Trabajo (AFL) en su IV Congreso celebrado en Chicago en 1884 donde se fijó que a partir de 1886 la jornada de trabajo se establecería en ocho horas; la reivindicación de «las tres ocho»: ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso, y ocho de formación. La reivindicación de la jornada de ocho horas y sus movilizaciones acarrearon - en un juicio más que dudoso- la condena a muerte de ocho sindicalistas.

Este año, el lema sindical en España ha sido «Así no salimos de la crisis», «porque las políticas aplicadas en los últimos años han alimentado una recesión de devastadores efectos sobre el empleo, la cohesión social y la calidad de vida de los ciudadanos y ciudadanas tanto de España como del resto de Europa» dice su manifiesto. «Ahora en Europa hay más paro, peores infraestructuras y menos inversión productiva. Ha aumentado la pobreza, las desigualdades y la falta de expectativas. Y ni siquiera se han corregido algunos de los desequilibrios económicos existentes».

Se armó la del 2 de mayo se suele decir, y fácilmente nos viene la imagen de algunos de los cuadros de Goya sobre la gesta del pueblo de Madrid en 1808 contra el invasor francés. Esperanza Aguirre ha reivindicado las heroicidades de la capital en sus discursos, cuando era presidenta de la Comunidad de Madrid, que hoy conmemora su día. La Guerra de la Independencia comienza en la gesta de Madrid y en la declaración de guerra del alcalde de Móstoles; los historiadores la interpretan más bien como una guerra civil entre ilustrados constitucionalistas y ortodoxos conservadores. De hecho, Fernando VII - el de «marchemos todos, y yo el primero, por la senda de la Constitución»- en cuanto se sintió seguro, le faltó tiempo para derogar la gran obra de los que habían resistido al invasor del norte: la Constitución de Cádiz. Los conservadores fernandinos se situaron frente a la Carta Suprema de las libertades, y el «¡Viva la Pepa¡» fue proscrito y los ilustrados fueron perseguidos o exiliados por el Antiguo Régimen. Y es que «la patria- como escribió Antonio Machado en su Juan de Mairena- es en España un sentimiento sencillamente popular, del cual suelen jactarse los señoritos. En los trances más duros, los señoritos la invocan y la venden, el pueblo la compra con su sangre y no la mienta siquiera».

Mañana, 3 de mayo, se conmemora el Día Mundial de la Libertad de Prensa, instituido por las Naciones Unidas en 1993 a propuesta de la UNESCO, y consagrado en nuestra Constitución de 1978, en el capítulo de derechos y libertades. Este año la ONU lo celebra bajo el lema de «Por una mejor información, más igualdad de género y mayor seguridad en los medios de comunicación en la era digital» que reivindica tres aspectos: la mayor participación de las mujeres en la dirección de los medios; la seguridad de los periodistas, incluso en zonas críticas y la protección de las fuentes; y el periodismo libre e independiente y la información de calidad, en el contexto de la era digital. Este tema abarca las consecuencias de la concentración mediática para la función de los medios de comunicación, las cuestiones de la autorregulación, etc. Y, en vísperas el ministro de Justicia, Rafael Catalá nos sugiere la posibilidad de sancionar a los medios de comunicación que informen sobre casos que se hallan bajo investigación judicial. O sea, que sobre los casos Gürtel o Rabasa no se hubiera podido informar mientras se mantenga el secreto del sumario.

Las conmemoraciones tienen su origen en gestas de la gente, aunque las institucionalice el poder, y la perspectiva varía según desde dónde se mira. Es bueno recordar su sentido, su génesis, y la necesidad a la que intentan, todavía, dar respuesta.