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Juan R. Gil

¿Alguien tiene ilusión por ser alcalde?

a ley dice que las campañas electorales serán de 15 días. Pero todos sabemos que eso es papel mojado. Hay campañas que duran cuatro años y casi todas como mínimo abarcan uno, el último de mandato. Lo que nunca habíamos visto es una campaña no campaña, como la que vivimos en Alicante.

En la capital de la provincia no hay jefes de campaña dignos de tal nombre, como tampoco hay directores de comunicación ni estrategia alguna al respecto. En general, las candidaturas presentadas son pobres de solemnidad. Los partidos tradicionales no sólo están desorientados porque ha calado en ellos, más que en nadie, la percepción de que son casta, tal como afirmó Podemos, sino que además no saben cómo movilizar al electorado ahora que por fin sus recursos económicos están controlados. Y los emergentes gritan, pero no argumentan, o ni siquiera hablan, tal vez porque en realidad, más allá de querer acabar con el PP o el PSOE, no tienen más ideas. Aún queda una tercera categoría, que ni es tradicional ni es emergente, sino singular y endémica, cual es Compromís, pero precisamente esa excepcionalidad les dificulta hacerse hueco.

Lo más llamativo del caso es que, en una situación política tan gaseosa y confusa como la que vivimos, en la que predecir el comportamiento que el electorado tendrá el 24 de mayo es una aventura tan incierta como arriesgada, todo el mundo tiene una encuesta y todo el mundo se conforma con esa encuesta. Vamos, que aquí nadie quiere ganar las elecciones: lo que quieren es que las urnas validen su encuesta particular. Lo que conduce a que nadie haga nada, no vaya a ser que, por pelear el voto, se estropee el sondeo.

Hay en encuestas que pronostican un batacazo histórico del PP y otras que le dan posibilidades de seguir gobernando, sea con Ciudadanos, sea en minoría pero apoyándose en los de Albert Rivera. Están las que auguran a los socialistas en Alicante una pérdida de entre un 25 y un 50% de sus actuales ocho concejales, o sea, un resultado terrible; otras que les sitúan como partido más votado, por encima incluso del PP, y algunas que le dejan la opción de entrar en un gobierno tripartito con Cs y Compromís, aunque sin desempeñar la Alcaldía. Hay encuestas que incluyen a Compromís en la Corporación con dos concejales igual que hay otras que les dejan de nuevo fuera del Consistorio. Hay sondeos que otorgan a Cs, no sólo la llave del nuevo gobierno, sino la preponderancia en él con hasta siete concejales, y las que auguran un desinflamiento que les lleve a entrar, pero con menos de la mitad de eso. Hay estudios que ponen a Fernando Llopis por encima de UPyD, o sea, que le dan acta de concejal; y otros que lo descartan por completo. Los hay que predicen que EU, después del lío con las siglas y Podemos, se queda en los dos concejales que tiene, y los hay que le otorgan hasta cinco. Hay, pues, para todos los gustos. Y salvo Compromís, cuyo problema es que sólo tiene dos candidatas (Mireia Mollà para Elche y Mónica Oltra para todo lo demás), el resto ha decidido quedarse con la que más le conviene y dejarse ver lo menos posible. Esta es una campaña aparentemente dura pero en la que, en realidad, los candidatos han decidido pasarse a la clandestinidad. En general, todos los políticos luchan por estar bajo los focos: aquí la máxima aspiración de la mayoría de los candidatos es quedarse en la zona oscura y que el foco ilumine a los otros.

Falta menos de un mes para votar. ¿Alguien sabe qué pretende hacer el PP con Alicante? ¿Qué errores asume, qué piensa cambiar y adónde nos quiere llevar si gobierna? Nadie. ¿Y el PSOE? ¿Alguien puede detallar qué plan tiene ahora que ya se ha quedado sin Sonia Castedo? Al margen de las ocurrencias de su líder nacional, Albert Rivera, ¿alguien tiene la más remota idea de lo que es y lo que quiere hacer Ciudadanos en Alicante? ¿Con quién está dispuesto a pactar la coalición Guanyar Alacant, integrada por EU y los críticos de Podemos, y con quién no? ¿Bajo qué premisas concretas? Háganse todas las preguntas que quieran: no obtendrán respuesta alguna.

No sabemos nada. Y si en algo están de acuerdo casi todos es en pretender que sigamos así. La estrategia de la candidata del PP, por ejemplo, consiste en borrarse del mapa. Es cierto que cuando no le sale un Rato le aparecen un Trillo, una Rita o un Rus. Pero también lo es que nadie le ha obligado a estar donde está. Sánchez Zaplana se dirige exclusivamente a quienes le van a votar con total seguridad, y así es difícil entender la rentabilidad que espera obtener. No envía mensaje alguno fuera de ese círculo cerrado. O sea, que renuncia a convencer a nadie, a pesar de que en esta ocasión los votantes «fijos» del PP no sean suficientes para mantener el gobierno. La del PSOE, por su parte, también es la táctica del dejarse ver lo menos posible. La intensidad de la campaña de Echávarri ha ido a menos conforme pasaban las semanas y se ha basado en actos de barrio, a los que suelen ir los convencidos o quienes quieren quedar bien y que es un diseño más de pequeña ciudad que de gran municipio, donde incluso aunque el candidato no durmiera no podría hacer llegar su mensaje al número suficiente de gente mediante ese sistema.

De los demás, poco hay que hablar porque, como ya digo, simplemente están liándose ellos solos, como le pasa a EU, el partido más coherente durante los cuatro años que duran los mandatos y que más se equivoca cuando llegan las campañas, vaya maldición. Esperando a ver lo que les cae, como Cs. Rezando por un milagro, como UPyD. O remando contracorriente, que es lo que le ocurre en Alicante a Compromís.

Con todo, lo peor son las candidaturas presentadas. Las hay pésimas, malas y regulares. En unas se ha primado el amiguismo o el sálvese quien pueda, como en la del PP. En otras, la dependencia absoluta del candidato y que nadie pueda hacerle la menor sombra, como la del PSOE. La de Ciudadanos se ha hecho a medio camino entre el miedo a los supuestos «submarinos» que otros le pudieran meter, y la improvisación más absoluta. Y las de EU y Compromís vuelven a ser un ejemplo de voluntarismo, con el elemento en contra en el caso de los de Miguel Ángel Pavón de que al final han caido en todas las contradicciones. Sea como fuere, lo que anticipan esos listados de nombres, y ojalá me equivoque, es otra legislatura más perdida para Alicante, gobierne la coalición que gobierne, dada la falta de preparación política y el desconocimiento del funcionamiento de las administraciones que padecen la mayoría de quienes pueblan esas papeletas. Y dado también que entre los cabezas de lista todo es cálculo y nada es ilusión. Recordaba no hace mucho aquí que el sociólogo José Miguel Iribas, lamentablemente fallecido esta semana, decía que ser de la ciudad de Alicante se había convertido en no ser de ningún sitio. Y en conformarse con cualquier cosa, añado yo.

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