Hace siglos el Mediterráneo era el lago romano, el Mare Nostrum, hoy se ha convertido en un enorme cementerio. En lo que va del año se han ahogado más de 1.650 personas y en 2014 unas 4.000; son cifras que no reflejan la realidad, no se sabe cuántas naves zarpan de África y que desaparecen sin dejar rastro. Este año más de 35.000 han solicitado asilo, todos son refugiados de acuerdo a la definición del Alto Comisionado de las Naciones Unidas (ACNUR). Se trata de personas que no sólo huyen de la pobreza, huyen de guerras, violación de todos los derechos humanos. Minorías, cristianos, gays, lesbianas, secuestro de menores para convertirlos en soldados, violación sistemática de muchas jóvenes y mujeres. No debería sorprender que niñas y niños viajen solos; sus familias deciden enviarlos pues sus vidas están en peligro. En África la familia sigue siendo una institución muy valorada (no existe la palabra primo, los primos son hermanos) pero desesperados sus padres prefieren pagar y enviarlos a una Europa en la que confían. Cuando tantos europeos no se fían de Europa. Afortunadamente sí, afortunadamente, esta vez la tragedia ha sido mayor, tan mayor, que los ministros de la Unión Europea tienen que reunirse (no estaba previsto) y posiblemente el Consejo de Seguridad tendrá que debatir este drama. Rajoy dice que el prestigio de Europa está cuestionado..., el Papa dice que son hombres y mujeres como nosotros (¡obvio!). En cuanto al prestigio, algo queda.

Puede que se decida movilizar más barcos de guerra para controlar lo que se vive como una invasión; se evitarán muertos, habrá menos muertos, pero hasta que no se llegue a acuerdos con países como Libia, no se irá al fondo del problema. Libia: en una guerra civil, en donde el Estado como tal no funciona. Se comentó no invadir este país militarmente... ¡obvio!

La raíz de este drama está relacionada con la desigualdad que impera en el mundo y como si faltara algo la política criminal del llamado Estado Islámico (que nada tiene que ver con el Islam), obliga a que multitudes de personas tengan que abandonar su hogar, su país. Y conviene recordar que la mayoría de estas víctimas son musulmanes. Un superviviente dijo que muchos de los viajeros estaban encerrados en la bodega del barco. Las mafias de manera criminal se enriquecen y son tan despiadadas como el Gobierno sirio, como los que degüellan públicamente. Nunca tendremos las imágenes de los que murieron en la bodega del barco. Convendría.

En octubre de 2013, en una catástrofe similar a la ocurrida recientemente, la alcaldesa de Lampedusa Giusi Nicolini lanzaba un dramático llamamiento al primer ministro italiano Enrico Letta, «el mar está lleno de muertos, venga a contarlos conmigo». La tragedia se repite.