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Juan R. Gil

Análisis

Juan R. Gil

Malos por conocer

El añorado Antonio Moreno, hombre fuerte de los gobiernos municipales de Alicante mientras Lassaletta fue alcalde y el único que tuvo las agallas necesarias para quedarse a apagar la luz cuando el PSPV fue barrido del poder por obra y gracia de Eduardo Zaplana y Joan Lerma y los suyos salieron literalmente huyendo; mi amigo Antonio Moreno, digo, no se cansaba de repetir que la política es un oficio duro y que el que buscara otra cosa debía apuntarse a una ONG, y no a un partido. Si inicio hoy este texto con su recuerdo es por dejar claro que lo que sigue no pretende ser, ni la defensa personal de nadie, ni el ataque ad hominem contra ninguno. Es análisis político.

Pero este periódico criticó la incapacidad de Gabriel Echávarri para atraer referentes sociales a la candidatura del PSOE. Y su obligación ahora es certificar la alarmante vacuidad de la lista que ha dado a luz la candidata a la Alcaldía del PP, Asunción Sánchez Zaplana, cuya foto, más que una propuesta de gobierno, es el selfie de una pandilla de boy scouts. ¿Que me paso? Nada comparado con la cantidad de mensajes que simpatizantes y militantes declarados de ese partido, sin utilizar pseudónimos tras los que esconderse, sino a pecho descubierto, han ido dejando en los últimos días en las redes sociales. Comentarios de una dureza extrema que demuestran un malestar entre el electorado de ese partido muy profundo y que señalan en muchos casos nombres concretos y razones inconfesables para interpretar presencias y ausencias inexplicables tanto en la candidatura municipal como en la que se presenta a las Cortes. Alicante, como siempre dice otro veterano de la política, es un lugar tan pequeño que hasta los ciegos se conocen de vista, y hay maniobras que un partido como el PP ya no puede permitirse y sin embargo sigue perpetrando.

Confieso que le comenté a la candidata popular y a su nuevo jefe de campaña, Luis Barcala, que la candidatura en esta ocasión no era lo más sustancial, porque la diferencia la marcaba el hecho mismo de que la aspirante a la Alcaldía fuera Sánchez Zaplana. Pero diré en mi descargo que la afirmación la hice el pasado lunes, cuando en todos los medios de comunicación los nombres que estaban filtrándose desde el propio PP para ocupar los once primeros puestos de su lista componían un cuadro sensato. La renovación, regeneración o desmarque respecto a la etapa de Sonia Castedo, llámenlo como quieran, venía asegurada por la desaparición de lo que fue el «núcleo duro» de la anterior alcaldesa: Llorens, García Romeu o Seva, amortizados hace tiempo y sustituidos con la incorporación de tres personas de confianza de la «alcaldable»; la continuidad se garantizaba al repetir Barcala o Goitia, pero a eso se unía la proyección social y política de ediles que también iban a seguir como Castillo, Belén González o Adrián Santos; y el respeto por las formas se preservaba dando cabida a Valor.

Vale. Una mezcla, como digo, de sentido común. Incluso admitiendo Císcar como animal de compañía, no era una lista difícil de hacer. Pero Sánchez Zaplana y Barcala parecen haberse empeñado en retorcer lo sencillo. Así que el jueves se atrincheraron en la sede, se pasaron la friolera de siete horas enredando y el resultado es un partido más roto, unos electores confundidos hasta el aburrimiento y la voladura de los puentes del PP con algunos de los sectores que tradicionalmente les han apoyado. Porque si quien conocía el Comercio no está, si quien se encargaba de las Fiestas no está, si quien atendía el Deporte no está, si quien consiguió conectar por primera vez con los colegios profesionales no está... ¿quién está? Esa es la pregunta que ha provocado en Facebook, en Twitter, por Whatsapp o mediante cadenas de correos los comentarios más venenosos que jamás se habían leído sobre el PP local.

Si sólo hay que atender a la prestancia (algo que en un proceso electoral cuenta y que no tiene nada que ver con el físico), Sánchez Zaplana es probablemente la mejor de los candidatos a la Alcaldía presentados. Pero lleva camino de batir todos los récords negativos de la forma más absurda. De momento, el PP ha logrado que un indudable éxito como es reunir a 1.500 personas en un acto local se transmutara en fracaso al desperdiciar la ocasión y no anunciar ni una sola propuesta para la ciudad. Y luego ha conseguido presentar una lista y que no se hable de ella por los que entran, sino por los que salen. Es difícil encontrar otro ejemplo de partido que, estando malherido, haga más por suicidarse.

Sánchez Zaplana debería conocer la política de Alicante y su ayuntamiento. No en vano ha pasado muchos años aquí. Y sin embargo, se diría que su etapa de consellera le ha hecho olvidarlo todo. ¿Cómo es posible que no midiera las consecuencias de dejar fuera de la lista a los dos concejales más combativos contra la instalación del macrocentro de Ikea -los mentados Belén González y Adrián Santos-, justo cuando el ya famoso ATE de la multinacional ha sido torpemente colocado por el Consell como centro de la campaña electoral? ¿Qué credibilidad va a tener el PP ante los comerciantes, a los que hasta ahora había conseguido mantener más o menos en calma, si a las próximas reuniones con ellos irán tres concejales que no siguen -los dos citados y García Romeu- y un alcalde que deja de serlo? A días vista de una reunión nada menos que con Ortiz (¡toma foto de campaña!), a la que González y Santos no querían ir, ¿no fueron capaces ni la candidata ni su adjunto de calcular que eliminando a ambos concejales lo que conseguían es que Ikea les volviera a estallar en las narices? Y respecto al resto de la sociedad, ¿cuál es la imagen que pretende trasladar el PP, si a una de las ediles que más veces ha representado al partido en los medios de comunicación -González- la humillan hasta hacerla renunciar y a la rama juvenil de la formación, liderada por Santos, la ningunean hasta el punto de no darle entrada en la lista? Más aún, con la mayoría de los puestos ocupados por amigos sin peso político, ¿cómo piensa la candidata, si es que es alcaldesa, sobrevivir a la pelea de gallos que Barcala y Castillo piensan seguir librando?

Los partidos «tradicionales» sólo tienen una oportunidad frente a los «emergentes». Y es la de saber cambiar la forma de hacer política, pero transmitiendo seriedad y estabilidad. El PSOE, tras una legislatura para olvidar, ha echado a todos los concejales que tenía en medio de un cruce de insultos que llamaría la atención en el peor de los garitos. EU lleva semanas atascada por la situación de una sola persona, algo cada día más difícil de entender. Y ahora el PP no presenta una lista, sino un ajuste de cuentas presidido por el miedo a perder y el compadreo de fuegos de campamento. No es extraño que así, Ciudadanos suba en las encuestas sin más patrimonio que siglas nuevas. Juegan con la ventaja de que a ellos todavía no los conoce nadie y al resto los conocemos demasiado.

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