Todo va muy deprisa. Después del debate sobre el Estado de la Nación, Pedro Sánchez, se he convertido en el líder consolidado que pasa por merecer todos los respetos por su tenacidad. En menos de dos semanas pudo imponer su autoridad en el avispero de la federación socialista madrileña, y sacar a Ángel Gabilondo de su cátedra como candidato sorpresa a la Presidencia regional de Madrid. Logró salir vivo de un debate parlamentario que le podía haber sido muy adverso, y ha visto cómo la fuerza de Podemos, que poco a poco se deshincha, comienza a verse corregida por la brecha en la ceja de Juan Carlos Monedero, por la luz sombría que emite el régimen de Venezuela y por el choque de Syriza con la Cancillería de Hierro de Berlín. El partisano Iglesias sigue llenando teatros y perforando audiencias, pero no se había dado cuenta de que también los héroes de nuevo tipo son vulnerables.

Gabilondo también llena los actos, y no es que sea profesor como Iglesias, es que es un catedrático. Habla con tono profesoral, pero no deja de ser cercano a la ciudadanía y a la ciudad. Es independiente pero no indiferente. El nuevo profesor se sabe muy bien la frase del viejo que dijo para Madrid, «todos tenemos un hogar privado, que es nuestra casa, y un hogar público, que es la ciudad». Se estrenó con un mitin del que se ha hablado mucho. Citó a Kant y levantó grandes aplausos. Gustó. Ecos de Tierno. Este hombre va a intentar ser la síntesis de lo viejo y lo nuevo. Gabilondo Galván es la última novedad en el nervioso tablero español, y hay que reconocer que es absolutamente genial.

Por su parte, Rajoy nos presenta para Madrid a Aguirre y a Cifuentes, que se pelean en público para ver quién de las dos puede aparentar ser menos de derechas. Aguirre le recuerda a la delegada del Gobierno sus tiempos en AP. Mientras, Ciudadanos, ese experimento que tanto agrada al Íbex 35, está haciendo saltar todas las alarmas en el PP. A Rosa Díez se le fuga la gente. Se queja de que Albert Rivera le pone los cuernos. No quiso formar tándem y ahora tiene celos. Después del 22-M, el efecto Susana Díaz de Andalucía se puede trasladar al resto de comunidades, Madrid, Valencia, Catalunya (que sigue inflamada por el soberanismo). En la Comunidad Valenciana se presenta la posibilidad del cambio con una coalición de izquierdas. Podemos ha demostrado, después de los resultados electorales andaluces que no era para tanto lo que nos contaban en las encuestas. De todas las fuerzas progresistas, el único dirigente capaz de articular un pacto de progreso será el socialista Ximo Puig.

En Alicante, en la terreta, en mi ciudad. La exalcadesa Sonia Castedo se queja de que no sale en la foto. Los suyos ya no la acompañan en procesión. Esperan el paso de la sentencia. Han perdido la fe. Castedo no sabe la frase de Guerra de que «el que se mueve no sale en la foto», cosa que por cierto ocurre en todos los partidos. Sánchez Zaplana se presenta ante el electorado pero no dice ni mu, ni una propuesta. Lo observo todo desde la atalaya privilegiada que te da una cierta distancia de las cosas. El efecto Gabilondo Galván, ¿llegará aquí? Veremos.